Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

domingo, 4 de abril de 2010

EX DETENIDA IDENTIFICO A ELEODORO HAUQUE POR LA FOTO DE ROSARIO/12

"Ahora puedo reconocerlo"

Silvia Abdolatif fue interrogada reiteradamente en el GIR, donde era entregada por la carcelera María Eva Aebi. Uno de sus interrogadores, el que hacía preguntas y amenazaba, era Hauque, un jefe de la patota de la dictadura en Santa Fe.
 
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe

Silvia Abdolatif reconoció por una foto que publicó Rosario/12 a uno de los jefes de la patota de la dictadura, Eleodoro Jorge Hauque, como uno de los dos represores que la sometieron a interrogatorios en las penumbras de la Guardia de Infantería Reforzada (GIR). Una escalada de terror, amenazas y tortura psicológica que padeció durante quince días, en 1977. "Vi la foto y no tuve dudas, este es el tipo que me interrogaba", dijo. Ya el 26 de octubre último, cuando declaró en el juicio al ex juez Víctor Brusa, Silvia había denunciado a uno de esos interrogadores con nombre y apellido: Horacio Américo Barcos, el mismo agente secreto del Ejército que hoy es juzgado por el secuestro y tormentos a los esposos José Alberto Tur y Amalia Ricotti. "Uno era Barcos", afirmó entonces ante el Tribunal Oral. Pero le faltaba identificar al otro, hasta que este diario publicó la cara de Hauque. Y ella pudo reconstruir la pesadilla.

Los interrogatorios comenzaban siempre a la noche, cuando la GIR se convertía en zona liberada del grupo de tareas. Su carcelera, María Eva Aebi, también condenada en el juicio a Brusa se encargaba de sacarla de una habitación muy chica que compartía con otras compañeras. Le ponía una capucha y la dejaba en algún rincón o corredor solitario, donde después aparecían los dos represores que la interrogaban a cara descubierta. "Uno era Barcos y el otro Hauque, ahora puedo reconocerlo", afirmó Abdolatif.

Hauque era uno de los jerarcas de la represión en Santa Fe. Un suboficial retirado del Ejército que siguió en actividad como Personal Civil de Inteligencia (PCI) al servicio del Destacamento Militar 122. Operaba como el jefe de los PCI y uno de sus subordinados era Barcos. "Yo tenía un 'encargado de calle' que era el señor Hauque", dijo Barcos ante el Tribunal que lo juzga. Y recordó su ubicación en la pirámide de los espías: "cuadro C 3, personal de calle, agente secreto" y su nombre clandestino: Héctor Andrés Benítez, que repite las iniciales del real. Su indagatoria en el juicio comenzó el lunes pasado y seguirá hoy (ver aparte).

Un ex jefe del Destacamento de Inteligencia 122 también confirmó ante la justicia que Hauque "manejaba" a los PCI. "Existía el personal de calle, clase C 3, con encubrimiento, los cuales no eran conocidos por mi. Eso lo manejaba Hauque, que era el responsable de tomar contacto con ellos", dijo el coronel Domingo Manuel Marcellini ante el presidente del Tribunal, José María Escobar Cello, que fue a Mendoza a recibir su testimonio, el 21 de mayo de 2009. Marcellini falleció a principios de marzo, pero su declaración es una de las pruebas en el juicio a Barcos.

En el juicio a Brusa y compañía, Abdolatif relató que después del secuestro el 23 de marzo de 1977 y las torturas en el centro clandestino La Casita, la llevaron a la GIR junto con nueve compañeras de militancia. A mediados de año empiezan a tener visitas de familiares cada quince días. Hasta que una noche, luego de una de esas visitas, comienzan los interrogatorios. "Venía María Eva Aebi, me sacaba de la habitación, me ponía la capucha, bajaba las escaleras y me dejaba contra una pared, sola. Me decía: 'Flaquita, decí la verdad'. Y se iba. Después, aparecían dos hombres que me sacaban la capucha y me interrogaban a cara descubierta", dijo Abdolatif. La pesadilla se repitió entre siete y diez veces durante dos semanas hasta que recibió la siguiente visita de su familia.

Uno de los interrogadores "era robusto, de cabeza grande y pelo negro ondulado y canoso, mal trazado, con saco y camisa. Al lado, había otro más bajo, más delgado y cara bien angulosa que nunca me interrogaba y me miraba de perfil", recordó Silvia. La amenazaban con sacarla de la GIR. Incluso, hasta había un auto en la puerta como para que supiera que podía desaparecer en cualquier momento. "La amenaza era siempre la misma y el discurso también: 'Hija de puta, tenemos que venir todos los días desde Paraná y vos decís siempre lo mismo. Acordate de tu hijo, de tu marido y de tus padres'".

Abdolatif dijo que no hace mucho pudo identificar por una publicación periodística a uno de aquellos interrogadores nocturnos, el que permanecía en un segundo plano. "Vi la foto y el nombre de Barcos. Y yo creo que esa persona delgada que acabo de describir se parece mucho a Barcos", le dijo al Tribunal que juzgó a Brusa.

Silvia denunció que uno de los represores era Barcos. No sabía quién era el otro hasta la semana pasada que Rosario/12 publicó la foto de Hauque. "Me faltaba la otra persona, pero cuando veo la foto en el diario, digo: 'este Hauque es el que estaba al lado de Barcos cuando venía a interrogarme en la Guardia de Infantería'", relató a este cronista.

¿Durante cuánto tiempo se prolongaron estos interrogatorios?

Unos quince días, entre una visita y la otra. No fueron todos días, pero en ese lapso me interrogaron entre siete y diez veces. Siempre de noche.

¿Uno era Hauque y el otro Barcos?
Sí. Cuando yo veo la foto de Rosario/12, digo: ?este es el tipo que estaba al lado de Barcos?
¿Quién era el que interrogaba?
Hauque. Barcos era más delgado, más bajo, se mantenía en un segundo plano, mirándome. El que me interrogaba y patoteaba era Hauque. Todos los interrogatorios fueron en distintos puntos de la Guardia de Infantería, en la planta baja, en los pasillos, en las calles internas. Esto también está denunciado en otra causa por el secuestro de Daniel Gatti cuando hicimos el reconocimiento de la GIR.

En memoria de Silvia Suppo
 Desde Santa Fe

Silvia Abdolatif tiene un recuerdo imborrable de Silvia Suppo, la testigo clave en la causa por delitos de lesa humanidad que fue asesinada la semana pasada en Rafaela. Ambas estuvieron detenidas en la Guardia de Infantería Reforzada, donde sufrieron la depredación de la dictadura. "Silvia Suppo era casi una niña. Y nos llamaban la atención sus ojos tristes", dijo Abdolatif. "Si hay un ejemplo de una compañera humilde y entera es Silvia Suppo. La entereza por dejar su testimonio en el juicio (al ex juez Víctor) Brusa" y otros represores santafesinos condenados de 19 a 23 años de cárcel. "Ojalá que este crimen se esclarezca lo antes posible".

Abdolatif mencionó a Suppo en su testimonio en el juicio. La describió por su "mirada triste, parecía un pajarito mojado. Si bien todas estábamos pasando por lo mismo, no nos explicábamos esa mirada de Silvia, como si estuviese siempre temblando de miedo. Y después, nos enteramos por qué era. Su verdad la sacó mucho tiempo después, cuando declaró la violación en La Casita, el embarazo y el aborto en una clínica privada, donde la habían llevado encapuchada y encadenada María Eva Aebi y (el comisario Juan Calixto) Perizzotti", agregó. El testimonio de Suppo fue clave para condenar a Aebi a 19 años de prisión. "A lo mejor, nosotras también habíamos vivido determinadas situaciones que tuvimos que reconstruir y sacarlas a luz mucho tiempo después".

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