Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

domingo, 26 de mayo de 2013

Marie Monique Robin declaró en la causa de derechos humanos en San Lorenzo

"Estaban muy seguros de su impunidad"

La periodista francesa, autora del libro y del documental "Los escuadrones de la muerte", rememoró su célebre entrevista con Díaz Bessone y detalló el uso de torturas y desaparición forzada de personas tomada de la batalla de Argel.

 Por Sonia Tessa

El 13 de mayo de 2003, cuando la periodista francesa Marie Monique Robin entrevistó a Ramón Genaro Díaz Bessone en la sede del Círculo Militar de Buenos Aires, el represor estaba libre. "Se comportó como un príncipe. Estaban muy seguros de su impunidad", describió la investigadora el viernes, frente al tribunal Oral Federal número 1 de Rosario. "Nunca se habrá imaginado lo que pasó con esta entrevista. Y yo tampoco, para serle franca", agregó. Durante más de una hora, Robin declaró en el juicio por delitos de lesa humanidad sufridos por el dirigente del sindicato municipal de San Lorenzo, Manuel Casado, secuestrado el 25 de marzo de 1977. Por videoconferencia, desde la Embajada Argentina en Francia, Robin se refirió a la influencia de la llamada escuela francesa en la represión ilegal argentina. La develó en un documental y un libro, ambos llamados "Los escuadrones de la muerte. La escuela francesa", producidos en 2003 y de los que Página/12 dio cuenta el 31 de agosto de ese año. Era oro en polvo. Cuando Robin lo llamó a Horacio Verbitsky para contarle que tenía ese material, la primera reacción del argentino fue decirle: "No te creo".

Ante el Tribunal, la periodista amplió información y respondió preguntas. Hace una década, después de la célebre entrevista en la que Díaz Bessone justificó las torturas y desapariciones forzadas de personas y dijo que "no podían fusilar a 7.000 personas", el entrevistado la invitó a cenar. En un momento de la charla, la esposa de Díaz Bessone, Leticia le preguntó a Robin a qué se dedicaba su marido. "Yo le contesté sin pensar que era sociólogo, y la mujer se descompuso. El clima de la cena se descompuso y ella me dijo que en la Argentina todos los sociólogos son subversivos de extrema izquierda. Yo le respondí que en Francia los había también de extrema derecha", relató la periodista su anécdota frente una pregunta del abogado querellante, Gustavo Feldman.

Robin consiguió su entrevista con Díaz Bessone de una manera muy sencilla: llamó al Círculo Militar y allí lo encontró. Díaz Bessone gozaba de libertad, ya que pese a haber sido un ideólogo del terrorismo de Estado, su primera condena la recibió el 26 de marzo del año pasado, en Rosario, crímenes de lesa humanidad contra 81 víctimas. "La casualidad fue que Néstor Kirchner decidió luchar contra la impunidad y hoy estoy hablando en un juicio", dijo ayer Robin, para contextualizar el valor jurídico que tomó su investigación. De hecho, las entrevistas originales fueron remitidas a jueces argentinos.

Robin quería demostrar la influencia de los métodos implementados por los militares de su país en Argelia en las dictaduras latinoamericanas. "Yo estaba haciendo un documental sobre el papel de los franceses. Cuando fui a Argentina, no pensé que lo que iban a decir los generales iba a ser tan importante para los argentinos", admitió.

Robin reseñó que el Ejército argentino recibió desde 1959 instrucción de militares franceses que habían participado de la llamada Batalla de Argel, desarrollada entre enero y septiembre de 1957 en Argelia. En su documental, la periodista entrevista a algunos de los participantes de esa operación en el norte de Africa que incluyó torturas y desapariciones forzadas de personas. El objetivo era romper los vínculos entre el Frente de Liberación Nacional y la población, considerada militarmente la retaguardia. Lo mismo decidieron hacer los militares argentinos en el país, a partir de marzo de 1976.

Cuando el fiscal Gonzalo Stara le preguntó sobre el marco legal que tomaron los militares franceses para la guerra antisubversiva, como ellos llamaban, la investigadora refirió que "ellos publican textos donde explican que a los llamados terroristas, como no respetan las leyes de la guerra, o la Convención de Ginebra, no se les puede aplicar las leyes". Ese "estatuto especial" para los subversivos goza de buena vida: tras el atentado a las torres Gemelas, en 2001, la administración de George Bush también lo aplica a los sospechosos de "terrorismo".

Es la segunda vez que la periodista francesa --autora también del libro "El mundo según Monsanto"-- declara en una causa por delitos de lesa humanidad en la ciudad de Rosario. El 17 de mayo de 2011, su testimonio fue fundamental en el juicio que se le seguía a Díaz Bessone por los crímenes de lesa humanidad cometidos como Comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, entre 1975 y 1976. En la causa que declaró el viernes, los acusados son el ex jefe del Batallón de Arsenales de Fray Luis Beltrán, Rubén Cervera; su segundo, Horacio Maderna, que fueron intendente y secretario gobierno de facto en San Lorenzo y el civil colaborador Pedro Rodríguez, que fue director jurídico del municipio antes y después del golpe militar.

jueves, 16 de mayo de 2013

Declaró Manuel Casado en la causa por secuestro y torturas en San Lorenzo

Pili Rodríguez, el entregador

El ex secretario general del sindicato municipal contó por décima vez en la justicia que fue levantado por un carro militar, y permaneció detenido varios días. Las hermanas de Casado señalaron sin citar al civil como quien marcó a la víctima.

 Por Sonia Tessa

"Hace treinta y siete años que tengo secuelas. A veces no duermo de noche. Ahora, desde hace días no puedo dormir. El tener que pensar en esto me removió todo de nuevo". Manuel Casado revivió ayer por décima vez en los Tribunales lo ocurrido aquel 25 de marzo de 1976 en Urquiza y San Martín de San Lorenzo, llamada "la esquina de los Bancos". En ese lugar, Pedro Pili Rodríguez lo marcó para que lo levantaran. Las dos hermanas de Casado, Justa y Olga, lo recordaron y reconocieron sin dudar al entonces asesor letrado de la Municipalidad, que llegó a ser diputado provincial en democracia. La víctima, además, recordó su secuestro en un carrier militar para llevarlo a la Municipalidad, donde Rodríguez le espetó: "De esta no te salvás". Los golpes que le dejaron huellas en la cabeza y el brazo durante mucho tiempo, la picana eléctrica. Cuando la integrante del Tribunal Oral Federal número 1 María Ivon Vella le preguntó en qué parte del cuerpo lo habían torturado, Casado fue concreto: "En los testículos, estuve seis meses durmiendo con mi mujer como hermanos".

La primera vez que Manuel Casado contó su secuestro ante un juez fue el 7 de noviembre de 2003. Desde entonces, brindó seis declaraciones en la etapa de instrucción y fue sometido a tres careos con los imputados en la causa, Rodríguez y los militares Horacio Maderna y Rubén Cervera. Casado era secretario general del gremio municipal de San Lorenzo, un operario que se desempeñaba como "encargado de pavimento". Estuvo unos diez días secuestrado y pocos días después de su liberación, fue cesanteado de su trabajo. El propio Maderna le recomendó que dejara de reclamar la reincorporación. "Usted tiene cinco hijos, es feo que se queden sin padre", fue la amenaza apenas velada del capitán, que era subjefe del Batallón de Arsenales de Fray Luis Beltrán y secretario de gobierno municipal de facto.

Ante el TOF 1 que preside Otmar Paulucci e integra también José María Escobar Cello, Casado relató ayer, por décima vez, que volvía del cementerio con su madre y sus hermanas, aquel 25 de marzo de 1976, a la tarde, cuando vieron varios vehículos militares por la calle. A él lo alzaron a los golpes, lo llevaron hasta la Municipalidad, donde fue agredido por un cabo de apellido Pintos, entre otros. Allí pudo ver a los tres acusados. "Ellos no eran los que pegaban, pero daban las órdenes", dijo ayer. Más tarde, los militares fueron hasta su casa, donde revisaron "todo" en busca de armas. En medio de esa faena, revolearon un colchón en el que estaba el pequeño hijo de Casado, de una semana de vida. Tras el allanamiento, volvieron a llevar a Casado a la Municipalidad, para trasladarlo más tarde al Batallón. Allí pasó varios días. Además de recibir golpes constantemente, fue torturado. Unos días después, Casado fue llevado a la Jefatura de policía de San Lorenzo, donde permaneció en un altillo. Otra vez, Maderna, en presencia de Rodríguez y Cervera, le preguntó por su actividad política. Tres días después, recuperó la libertad, pero no volvió a trabajar en la Municipalidad hasta 1990, cuando el Concejo municipal le devolvió su puesto.

Fiel a la estrategia que lleva desde que empezó el juicio, Maderna pidió una ampliación de indagatoria para decir que Casado miente. Sin embargo, afirmó que el denunciante había faltado a trabajar en aquella fecha por encontrarse "a disposición de la justicia". Es decir, detenido. El dato fue concluyente. Maderna también aludió a una denuncia por falso testimonio que presentó contra la víctima. El representante de Casado, Gustavo Feldman, puntualizó que esa denuncia "tiene siete años y si nunca lo llamaron a declarar, quiere decir que está prescripta".

Tras la declaración de Casado, dos de las hermanas que lo acompañaban esa tarde rememoraron lo ocurrido. Justa, de 50 años y empleada doméstica, fue la más tímida. Era una adolescente de 13 cuando su hermano fue señalado en la calle por un civil que iba en el carro de los militares. A ese hombre lo identificó sin hesitar: era Rodríguez. "Vimos que venían militares en la esquina de los bancos, en Urquiza y San Martín, y nos paramos de curiosos. No nos imaginábamos que en minutos nos iban a rodear a nosotros. Un hombre señaló a mi hermano, y se lo llevaron", contó Justa.

Olga Casado tiene dos años más que su hermana y fue más locuaz. Recordó el mismo episodio: los militares y la marca que hizo Rodríguez. "Nosotros nunca nos íbamos a imaginar que lo buscaban a mi hermano", afirmó ayer, antes de describir el allanamiento. "Al rato vinieron a mi casa y revisaron todo, pero no pudieron encontrar armas, porque nunca hubo. Rodearon toda la manzana, hicieron un desastre. Y se llevaron cosas que no les pertenecían. Mi mamá tenía el reloj de oro que mi papá, entonces recién fallecido, le había regalado. Eso no lo vimos más", rememoró ayer la testigo. Aunque también era adolescente, reconstruyó el secuestro con nitidez. "Nunca nos vamos a olvidar de eso", dijo.