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domingo, 21 de agosto de 2016

De los más violentos grupos de tareas

Tienen a cuatro represores por el secuestro del último jefe del PRT en Santa Fé
El D2 de la Policía santafesina está en la mira de la justicia que además libró órdenes de captura para otros cuatro represores que actuaron durante la última dictadura militar. En la causa se investiga la caída del último jefe político del PRT, Catalino Paez.

 Por Juan Carlos Tizziani - Desde Santa Fe.

La detención de cuatro represores de la Policía de Santa Fe y la orden de captura de otros cuatro puso bajo la lupa esta semana a uno de los grupos de tareas más numerosos y violentos de la dictadura: el Departamento Informaciones (D2) que operaba bajo el control operacional del Ejército y -en determinadas épocas- al mando de asesores militares. Los presos son tres comisarios: Eduardo Enrique Riuli (que llegó a ser jefe de la Unidad Regional de Esperanza), Fernando Mendoza y Angel Roberto Córdoba y el sargento Rubén Oscar Isaurralde acusados por el secuestro y torturas de once víctimas. En la causa se investiga la caída del último jefe político del PRT en Santa Fe, Catalino Paez, de su esposa embarazada y de uno de sus hijos, Mario, quien era un niño de 14 años, en febrero de 1980, cuando los capturaron en un campito con hornos de ladrillo, donde trabajaban y vivían, en Lima, provincia de Buenos Aires, a 368 kilómetros de Santa Fe. El operativo siguió con el secuestro de otros ocho compañeros y amigos de Paez en Laguna Paiva, entre marzo y abril de 1980.

Las detenciones e indagatorias de los ocho imputados fueron solicitadas por el fiscal Martín Suárez Faisal el 31 de mayo, pero el juez federal Reinaldo Rodríguez dejó pasar la feria y recién las ordenó dos meses después. Esta semana, la emisora LT10 informó que cuatro de los ocho buscados estaban presos: los comisarios Riuli, Mendoza y Córdoba y el sargento Isaurralde. Pero las fuentes judiciales citadas por la radio no dijeron dónde están los otros cuatro.

Riuli es uno de los acusados por el secuestro de los Paez, en Lima, provincia de Buenos Aires y por otros hechos en Laguna Paiva, se abstuvo de declarar y fue alojado en el pabellón de represores de Las Flores, por lo que se deduce que los otros tres, que tienen más de 70 años, ya gozan de arresto domiciliario.

La causa se inició en noviembre de 2014 por una denuncia del entonces secretario de Derechos Humanos de la provincia Horacio Coutaz, quien la acompañó con el resultado de una pesquisa con abundante prueba testimonial y documental del equipo de investigadores que dirigía la abogada Alejandra Romero Niklison. En abril de 2015, el fiscal Walter Rodríguez promovió la acción penal y en mayo, el fiscal Suárez Faisal solicitó las ocho detenciones, de las que ahora se concretaron cuatro.

Una de las pruebas que aportó el equipo de investigación a cargo de Romero Niklison es una lista de 42 oficiales y suboficiales que operaban en D2, que tenía su base en la esquina de San Martín y Obispo Gelabert, en el microcentro santafesino, a una cuadra de bulevar Gálvez. En esa lista figura Héctor Romeo Colombini ("Pollo"), quien estaba adscripto al Destacamento de Inteligencia Militar 122 y falleció en agosto de 2012 cuando cumplía una condena a 23 años de prisión por secuestros y torturas.

Una de las víctimas que declararon en la causa dijo que Isaurralde era el "guardaespaldas de Colombini" y quién "lo golpeó fuertemente dejándolo sin respiración".

Mario Paez dijo que después de su secuestro y el de sus padres, el 15 de febrero de 1980, sus siete hermanos, de 9 a 13 años quedaron abandonados en la ladrillería de Lima, donde vivían. Y describió a los que "daban las órdenes" en el operativo como "un hombre de baja estatura canoso" y "se destacaba uno alto, elegante con un sombrerito de trapo".

Después, cuando ya estaba secuestrado en la base del D2, en San Martín y Obispo Gelabert, los pudo reconocer. Uno era "Eduardo æel FlacoÆ Riuli, me entero quién era porque lo llamaron así sus compañeros, de Laguna Paiva y era el que tenía el sombrerito el día del secuestro. Estaba allí y nos apuntaba".

En otro momento, lo llevaron a ver a su padre. "Allí estaba Riuli y el petiso canoso que era el jefe. Se que él vivía arriba con la familia, me lo dijo un policía raso", relató. Mario se refirió a la planta alta del D2, con entrada por calle San Martín, que solía ser la residencia de los jefes de Policía la provincia.

"Riuli y el canoso me decían: æhijo de puta, fíjate lo que vas a hacer ahora porque no queremos que seas como tu padre cuando salgas", contó Mario.