Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

jueves, 30 de junio de 2011

La mano derecha de Feced declaró como..... ¡¡testigo!!

El secretario que sabe demasiado

A pedido de la defensa de la Patota de Feced hizo una declaración sobre su rol "burocrático" en la Policía. El fiscal Stara sostuvo que Corrales participó "en la perpetración de los delitos cometidos en el marco de un plan criminal".

 Por José Maggi

Ricardo Corrales, ex secretario privado de Agustín Feced entre los años 1976 y 1979, fue aceptado ayer como "testigo" por el Tribunal Oral Federal N° 2, luego de ser ofrecido por el defensor de tres de los imputados, José Scortecchini, Mario Marcote y Ramón Vergara. En una inefable declaración, a cuya concreción se negó tanto el fiscal Gonzalo Stara así como las querellas, el otrora hombre de confianza del sangriento interventor de la policía rosarina, aseguró no recordar para quien había trabajado. Para la fiscalía, Corrales debería declarar ante el juzgado de instrucción de Marcelo Bailaque por "más de un centenar de secuestros y tormentos, y más de una veintena de homicidios ocurridos en el ámbito del Servicio de Informaciones, por entender que integraba el grupo de tareas conformado y comandado por Feced".

Las preguntas corrieron por cuenta del defensor de tres imputados, Germán Artola. Aquí una síntesis de las respuestas de Corrales:

--¿Entre 1976 y 79 qué función desempeñaba?

--Estaba adscripto a la secretaría privada de la jefatura de policía de Rosario UR II.

--¿Para quién trabajaba?

--Yo estaba simplemente de jefe de secretaría privada, adscripto de la privada mejor dicho.

--¿Qué información manejaba?

--Todo lo concerniente a la policía. Eso era lo que me interesaba a mí.

--¿Quién era su jefe?

--Pasaron muchos, en este momento no me acuerdo.

--¿Pero del 76 al 79?

--El coronel Duré, después vino el comandante Feced, después vino otro jefe.

--¿Tenía relación directa con los jefes?

--No, mi misión era una sola, me hablaban de la UR II para darme las novedades, cualquier cosa que pasaba.

--¿Qué hacía con esas novedades?

--Le hablaba al subjefe de policía para darle la novedad.

--¿En qué lugar tenía asiento la secretaría privada?

--En Jefatura, cerca del despacho del jefe.

--¿Hasta qué año estuvo en la secretaría privada?

--No me acuerdo, pasó tanto tiempo. Con la edad que tengo...pasaron muchas cosas.

--¿Usted recorría la jefatura?

--No, nunca jamás.

Los fiscales Gonzalo Stara, y Mario Gambacorta a cargo de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado, solicitaron ﷓hace un tiempo atrás﷓ en el marco de la causa Feced al juez Bailaque que ordene el llamado a prestar declaración indagatoria de Corrales, por más de un centenar de secuestros y tormentos, y más de una veintena de homicidios ocurridos en el ámbito del Servicio de Informaciones, por entender que integraba el grupo de tareas conformado y comandado por Feced.

Ayer en la audiencia, el fiscal Stara se opuso a la declaración de Corrales y sostuvo ﷓haciendo alusión a dicho pedido de indagatoria﷓ que se encontraba probado que el "testigo" no solo participaba en la perpetración de los delitos cometidos en el marco de un plan criminal.

En su momento, la testigo Mirta Gallardo se preguntó cómo no estaba detenido. "Era más que del grupo.. era un pesadito", dijo. Y recordó que intervenía en las fases del plan que consistía en asegurar la impunidad de los ilícitos cometidos como se desprende de muchos de los relatos de familiares de desaparecidos que llegaban a hablar con él a fin de averiguar el paradero de sus maridos, esposas, hermanos. La respuesta era negar cualquier información sobre detenciones. Según Gallardo acompañaba a Feced a todos los operativos en que participaba.

Según la documentación reunida por el fiscal Stara "de su legajo personal, se desprende que Corrales, con anterioridad a ejercer la jefatura de la secretaría privada, se desempeñó en la División Investigaciones, tanto en el servicio de calle, como en Leyes Especiales". Por tanto, al momento del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, momento en el cual, según la declaración del propio Feced, el Comandante del II Cuerpo de Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone, ordenó el comienzo de las operaciones contra la subversión en Rosario, Corrales no sólo ocupaba la jefatura de la secretaría privada, sino que contaba con amplia experiencia sobre todo lo concerniente al tema de "inteligencia".

Para la fiscalía "todo ello demuestra que la pertenencia a ese grupo de tareas existente en el seno de la Jefatura de Policía, en el Servicio de Informaciones, convierte a Corrales en coautor de los hechos que se cometían en aras del cumplimiento de ese plan u objetivo trazado, porque su presencia en aquél exigía el conocimiento, el consenso, la voluntad de hacer lo que allí se realizaba".

Cuando este cronista lo abordó al salir ayer de Tribunales, Corrales se negó a hacer declaraciones. En una de las esquinas lo esperaba su mujer.

domingo, 26 de junio de 2011

Ahora Alcides tiene un lugar en el mundo

Restituyeron a su familia los restos de un desaparecido en 1976.
Había sido hallado enterrado como NN en el cementerio de Timbúes e identificado luego de un trabajo de investigación de un equipo liderado por la fiscal federal Mabel Colalongo, quien viajó a Entre Ríos para entregar los restos a sus familiares.

 Por José Maggi

Alcides Norberto Gassmann, el Gringo, había nacido el 23 de mayo de 1952, y desaparecido el 6 de agosto de 1976. El día que hubiese cumplido 59 años, el teléfono de la casa de los Gassmann en Crespo, Entre Ríos, sonó para informar a su familia que su cuerpo había sido identificado luego de cuatro años de exhumado. Había sido hallado enterrado como NN en el cementerio de Timbúes e identificado luego de un trabajo de investigación de un equipo liderado por la fiscal federal Mabel Colalongo, quien la última semana viajó a ese pequeño pueblo entrerriano para entregar los restos a sus familiares. Allí estaban sus tres hermanas, su compañera de entonces, una hija de 34 años - que recién por estos tiempos supo quien era su verdadero padre- y su madre de 93 años que parecía haber resistido a pie firme los embates de la vida hasta que su hijo apareciera. Su padre, José Gassmann, que lo buscó desde el primer día en Rosario, falleció hace unos años.

Todo comenzó con el relato de un ex empleado del cementerio de Timbúes, quien relató a la justicia que durante la última dictadura se habían enterrado allí cadáveres NN masculinos. La pesquisa se orientó hacia tres cuerpos: uno de ellos aparecido a la vera de la autopista Rosario-Santa Fe, y los otros dos en el "Camino del espinillo" un paraje costero del río Carcarañá. El testigo también señaló en qué sector de esa necrópolis habían sido inhumados.

El antropólogo Juan Nóbile y Miguel Nieva del Equipo Argentino de Antropologia Forense, realizó las excavaciones y exhumación, en 2007, con el apoyo del presidente comunal Néstor Sánchez.

El cuerpo pertenecía a hombre joven de entre 20 y 23 años, estaba boca abajo, estaba vestido con un pantalón tipo Oxford, de color verde, un zapato que en la suela rezaba "Blannos" Nº 40 y una camisa floreada. Los datos formaban solo una pieza del rompecabezas, que la fiscalía se completó con un informe de Inteligencia Diario, el Nº 3113, firmado por el comisario principal Omar Fassi, Segundo Jefe del departamento de Informaciones de la policía santafesina que daba cuenta del hallazgo de un cadáver NN masculino de unos 25 años, tez blanca, cabellos rubios y con una herida de bala en la cabeza, de calibre 11.25. El cráneo del cadáver hallado tenía ese impacto: un tiro en la frente.

El acta de defunción de este NN estaba fechada el 26 de agosto y correspondía a un hombre joven cuyo cuerpo había aparecido en el río Carcarañá a unos seis kilómetros al norte de Timbués el día 20 de agosto de 1976, como consecuencia de " muerte violenta".

Justamente el Ministerio Público Fiscal, encontró -en el Archivo General de la provincia de Santa Fe, cuyo proceso de fotocopiado generó duros roces entre el gobierno santafesino y la fiscalía- aquel parte diario el Nº 3113, donde se daba cuenta que " el 21 de agosto de 1976 en las inmediaciones de Timbúes en aguas del río Carcarañá, fue hallado un cadáver de un NN masculino de aproximadamente 25 años de cutis blanco, cabellos rubios, que presentaba las manos atadas a la espalda, los ojos vendados con cinta adhesiva, y una pesa de aproximadamente 10 kilos atada a la pierna izquierda. Asimismo presentaba una herida de bala calibre 11.25 en la cabeza y señas de golpes en el rostro" según el texto firmado por el comisario Fassi.

"El cuerpo de Gassmann había sido arrojado al río Carcarañá, con un pesa, pero el agua se retiró y quedó al descubierto. Esta era una típica forma de matar del Ejército, que fue probando distintos métodos de disposición final, y perfeccionándolo con el tiempo" explicó uno los investigadores a Rosario/12 .

La familia Gassmann no había dejado su sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos, por lo cual fue necesario que lo hiciera su hermana Elda Pilar, de cuya comparación resultó la identificación.

Este capítulo, es el de la muerte del "Gringo" Gassmann, pero su vida, fue retratada con generosidad por su ex compañeros en el libro "Homenaje a militantes santafesinos. Historias de vida", donde se lo recuerda: "Formó su carácter en la militancia, era un compañero con una calidad humana muy grande, tenía un desapego total, todo lo compartía. Era un tipo muy callado, tranquilo, buenazo, simple. Solía pasar tardes con amigos tomando mates los días de lluvia, o yendo a pasear en bici hasta el río. Tenía una moto Gilera que era usada por todos. Junto a Eduardo Danielis y Jorge Trod, trabajó en el barrio "La Orilla" (Esperanza) Allì entre otras cosas colaboraba con la gente en cuestiones de saneamiento ayudando a que las casas tuvieran escusados o retretes. También daban funciones de cine, atendiendo a las necesidades culturales y de esparcimiento"... "Era el único hijo varón de una familia de buena posición, del pueblo de Ramírez, en Entre Ríos. Hubiera podido aspirar a un buen estudio de Agronomía y hacer crecer la herencia que iba a recibir, pero fue capaz de dejar todo e irse a trabajar al barrio, con los compañeros de la Juventud Peronista... En esos tiempos sentía una gran amor por una flaca que lo tenía mal. Era gringo, de tez muy blanca y cuando le quería hablar se ponía colorado, delatándose solo... Como otros compañeros venía del Peronismo de Base y luego fue confluyendo con otros grupos para formar la JP... Alcides era un chango callado, siempre solícito, siempre atento a las necesidades de cualquier compañero. Era un tipo fantástico, siempre la pasabas bien con él".

domingo, 19 de junio de 2011

140 testigos en la causa Díaz Bessone, por 86 víctimas

Cerca de 140 testigos ya declararon en juicio oral en Rosario por crímenes de lesa humanidad
El TOF Nº 2 de esa ciudad continuó esta semana escuchando declaraciones testimoniales. En el proceso es juzgado el ex jefe del II Cuerpo de Ejército Ramón Díaz Bessone, junto a otros cinco imputados, por delitos en perjuicio de 86 víctimas

Alrededor de 140 testigos ya declararon ante el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Rosario, en el marco del juicio oral que se desarrolla en esa ciudad contra el ex jefe del II Cuerpo de Ejército Ramón Díaz Bessone y otros cinco imputados, por crímenes de lesa humanidad cometidos en aquella ciudad durante el último gobierno militar.

En el debate donde son juzgados, además de Díaz Bessone, José Rubén Lofiego, Mario Alfredo Marcote, Ramón Rito Vergara, José Carlos Scortechini y Ricardo Miguel Chomicki.

En tanto, el tribunal prevé, en sucesivas audiencias, escuchar el testimonio de alrededor de 40 testigos más.

Se investigan hechos ocurridos en el centro clandestino de detención que funcionó en dependencias de la Sección Informes de la Jefatura de Policía de Rosario, en perjuicio de 86 víctimas.

En tanto, todos los acusados se encuentran investigados por distinta cantidad de casos de privación ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia y amenazas en concurso real con tormentos, secuestros agravados por violencia y amenazas en concurso real con desaparición física y asociación ilícita.

lunes, 13 de junio de 2011

Caso Suppo: se investigará como crimen por encargo

De confirmarse la hipótesis de que a la militante social de Rafaela Silvia Suppo la mataron porque había declarado en el juicio que condenó a la cárcel al ex juez federal Víctor Brusa y a media docena más de ex represores de la capital provincial, será el segundo caso en el país.

Por Jorge Sansó de la Madrid / La Capital
 
Una derivación escalofriante toda vez que demostraría que los condenados en juicios por lesa humanidad tienen también en la provincia de Santa Fe una capacidad y determinación homicidas todavía eficaces. De confirmarse la hipótesis de que a la militante social de Rafaela Silvia Suppo la mataron porque había declarado en el juicio que condenó a la cárcel al ex juez federal Víctor Brusa y a media docena más de ex represores de la capital provincial, será el segundo caso en el país. El anterior fue la desaparición de Julio López luego de su testimonio en el juicio que condenó en La Plata a Miguel Etchecolatz.
Perpetrado con ensañamiento, el crimen de Suppo (de 51 años), quien recibió 9 puñaladas en su comercio del centro de Rafaela el lunes 29 de marzo del año pasado por parte de dos jóvenes que supuestamente ingresaron para robar, es para el tribunal oral federal que los investiga un caso a abordar desde la hipótesis de una muerte por encargo.
Así lo resolvió en las últimas horas al anular el desdoblamiento de la investigación y ordenar al juez federal Reinaldo Rodríguez que profundice sobre las sospechas de la mencionada hipótesis según la cual la mujer fue atacada y muerta para evitar que vuelva a declarar en otro juicio de similares característica al de la causa Brusa (como iba a acontecer) y para amedrentar a otros posibles testigos.
En 1977, Silvia Suppo fue secuestrada y violada por los grupos de tareas de Santa Fe. Tenía 17 años. Como consecuencia de las violaciones quedó embarazada, y los represores le practicaron un aborto “para subsanar el error”. En 200l su testimonio fue clave para lograr la condena de un grupo de tareas y la de Brusa.
A los pocos meses de aquel testimonio fue asesinada. Desde entonces sus hijos y organismos de derechos humanos sospecharon del simple robo casual como móvil del crimen toda vez que, argumentan, tantas puñaladas buscaron asegurarse de que muriera más que neutralizarla para que no se interpusiera en la acción de saqueo que buscaron realizar los ladrones. Un robo se asienta en la idea de que un ladrón busca acceder y hacerse del botín en el menor tiempo posible para emprender raudamente la huida. Detenerse a apuñalar tantas veces a una mujer que difícilmente los hubiera podido reducir sola va en contra de la rapidez que reclama la eficacia en un robo, insisten los abogados querellantes, Lucila Puyol y Guillermo Munne.
Rodrigo Sosa y su primo Rodolfo Cóceres, detenidos y confesos de haberle robado 200 pesos y haberla asesinado de nueve puñaladas a Suppo, no serán juzgados hasta tanto el juez Rodríguez confirme o descarte la pista dada por un testigo de identidad reservada que atribuye el homicidio a un encargo para silenciar a la mujer en vista de otros juicios contra policías o militares en los iba a declarar. l

miércoles, 8 de junio de 2011

Testimonios de una policía que se dió vuelta y de Héctor Medina

JUICIO DÍAZ BESSONE
Una mujer ex policía, declaró en el juicio contra la patota de la dictadura que comandó Agustín Feced y blanqueó nombres y apellidos de los represores que actuaron en el antiguo Servicio de Informaciones de la Policía.

La ex oficial Mirta Beatríz Gallardo, quien revistió en la Alcaldía de mujeres de la Jefatura de policía de Rosario, deschavó el 24 de abril, ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2, los nombres y las atrocidades de los integrantes de la patota de Feced. La mujer policía, recordó que trabajó en la Alcaldía de mujeres en la Jefatura de Policía tiempo después del golpe en 1976, hasta entrado el año 1977, y que “antes había trabajado para Juan José Seichuck en Seguridad Personal de la policía provincial”, donde conoció a José Lo Fiego (imputado en este juicio), y Carlos Altamirano (alias Caramelo, procesado en otra parte del mismo expediente).

La testigo consignó que en la Alcaldía en la parte del subsuelo “había sólo subversivas”, a las que traían personal de la policía, de la federal, o de otras fuerzas. Gallardo refirió que todas sabían que los hombres que las traían portaban “credenciales truchas”, y que bajo esos documentos falsos “quedaban registrados en libros de guardia de la Alcaldía”, aunque reconoció que ella conocía sus nombres verdaderos.


La policía retirada ‒que hace unos años recibió un diploma como “policía distinguida” por el Concejo Municipal de Rosario‒, recordó un episodio vivido en la Jefatura que le valió una detención, un posterior traslado y que se ganara el apodo de “la montonera” entre los hombres de la patota de Feced.


“Un día cuatro hombres que decían que eran de la Federal, en mayo del 76 creo, traen a una mujer en un colchón, muy joven, muy bonita. Cuando me acerco veo que ese está muriendo. Le dije «vos estás mal». Ellos contestan «lo que pasa que uno de los nuevos, el boludo, le dio agua después que la trabajamos»”. La testigo explicó que “trabajar” era la manera de decir que le habían aplicado picana.


Gallardo contó que en ese momento ella dijo que “no la iba a recibir, que se iba a morir, que no se va a hacer responsable, que se la lleven”. Y comentó que los que la traían le dijeron que la tenía que recibir, ya que era “una orden del comandante”(Feced). “Yo les pedí entonces que la manden por escrito”,relató Gallardo.


Al rato la llama Corrales, que era el secretario personal de Feced, su mano derecha, describió la testigo y agregó: “Me llama la atención que Corrales no esté detenido, porque manejaba todo, era terrible con los detenidos y con el personal”.


La testigo continuó con el relato del episodio e indicó que finalmente a la mujer no la ingresan en la Alcaldía, y que cuando volvió al otro día a su trabajo no la dejaron entrar, le dijeron que quedaba arrestada por 15 días, y que iba a cumplir el arresto en su casa, pero que primero tenía que ir a la Alcaldía de tribunales.


Gallardo declaró que ahí la detuvieron y como conocía al guardia, pidió ir al baño y se escapó para hablar con el (en ese momento) juez de faltas, Jorge Eldo Juárez, a quien conocía porque había trabajado con él. “Le conté lo que me pasó llorando y muy asustada. Juárez me dijo que se iba a ocupar que me quede tranquila, y a las horas me liberan”.


La ex policía explicó que después de eso la trasladaron dentro de la fuerza a la localidad de Melincué. Pero que desde ese entonces la empiezan a agredir y que le decían cosas como “acá llega la montonera”. También recordó que en un momento amenazaron a su familia, al decirle que le iban a poner una bomba en la casa.


La testigo comentó que luego siguió sufriendo traslados; Vera, Reconquista y otros lugares, hasta que fue cesanteada en el año 1980. Contó además que recién fue reincorporada a la policía en el año 1987.


Gallardo afirmó que en la Jefatuta, “cuando había un procedimiento o traían detenidos, sonaba un silbato, y eso quería decir que nadie podía salir”. Y recordó que un día, que no aguantó la curiosidad se asomó al SI, “vio varios cuerpos colgados”. “No es buena la comparación ‒dijo la testigo‒, pero estaban como se cuelgan las reses de las vacas, parecían estar sin vida. Yo me fui corriendo, estaba descompuesta, mis compañeras me preguntaron que me pasaba y yo no les podía decir, porque me mataban”.


Gallardo recordó además que mientras estuvo hubo dos bebés en la Alcaldía. “A la nena la sacaban una hora por día al sol. Hasta que un día llegué y no estaban más”, señaló.


La testigo brindó varios nombres de los integrantes de la patota entre los que mencionó a “ La Pirincha, Antigiovani, Lo Fiego, Marcote, Altamirano, Nast, Corrales”, y luego acotó: “un grupo pesadito”.


Testimonio Chinche


También declaró este lunes el integrante de Familiares de desaparecidos y dirigente del gremio de los trabajadores telefónicos, Héctor “Chinche” Medina.


Medina, quien fue detenido político y estuvo en numerosas cárceles de la dictadura, ofreció su testimonio para ilustrar el trabajo que despeño Familiares a principios de la democracia, y para dar cuenta de lo que sus compañeros presos de Coronda le relataron de lo que ocurría por aquellos años en el SI.


En ese sentido Medina ‒cuyo hermano Oscar está desparecido‒ recordó a varios de sus compañeros de prisión que venían del SI, como “Ramos, Tossi, Vivono, Seminara”, y relató hechos que ellos le comentaron, que fueron coincidentes con los testimonios que dichas personas ‒también testigos de este juicio‒ ofrecieron oportunamente.


Al cierre de su testimonio, Medina recordó los episodios sufridos por Silvia Suppo (la testigo de la causa Brusa, asesinada el año pasado en Rafaela) y el más reciente de Víctor Martínez (quien estuvo desaparecido dos días la pasada semana), y reclamó en nombre de la asociación de ex presos que todos los testigos vengan a declarar, que no se dejen amedrentar”.


Datos del juicio


En bulevar Oroño al 900 están sentados en el banquillo de los acusados al ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone; a los ex policías rosarinos José Rubén Lo Fiego, Ramón Rito Vergara, Mario Alfredo Marcote y José Carlos Scortechini; y al civil Ricardo Miguel Chomicky.


Los delitos por los que están procesados son privación ilegítima de la libertad, homicidios y tormentos en múltiples casos, mientras que todos están acusados por asociación ilícita.


Los imputados formaron parte del aparto represivo que operó entre 1976 y 1979 en el entonces Servicio de Informaciones (SI) de la policía rosarina, el centro clandestino de detenciones más importante del sur de la provincia de Santa Fe.


Según declaraciones de un ex militar que actuó durante la represión ilegal, por ese lugar pasaron al menos 1.800 detenidos-desaparecidos.


El SI funcionó en la ochava de Dorrego y San Lorenzo, en pleno centro de esta ciudad, en un viejo edificio donde estuvo durante años la Jefatura de Policía de Rosario y que ahora alberga a la sede local de la Gobernación.


Esta parte de la causa Díaz Bessone que fue elevada a juicio oral, tiene 91 víctimas del terrorismo de Estado y más de 160 testigos que aportarán sus relatos sobre lo ocurrido en el SI durante el primer año de la última dictadura.


El TOF 2 está integrado por los jueces Otmar Paulucci, Beatriz Caballero de Varaban y Jorge Venegas Echagüe, mientras que el equipo fiscal que lleva adelante la acusación está conformado por Gonzalo Stara y Mario Gambacorta.

El tribunal negó la ampliación de acusaciones a represores


La oportunidad desaprovechada

Los jueces que investigan lo ocurrido en el Servicio de Informaciones consideraron que ampliar los delitos durante el juicio oral vulneraba el derecho de defensa de los acusados. Los delitos sexuales fueron derivados a un juez de instrucción.

 Por José Maggi

El Tribunal Oral Federal Nº 2 rechazó ayer el pedido de la ampliación de acusación interpuesta por el fiscal del juicio, Gonzalo Stara contra cinco de los imputados en la Causa Díaz Bessone. El tribunal rechazó el pedido fiscal, mediante una resolución donde votaron conjuntamente Jorge Venegas Echagüe y Beatriz Barabani, y con distintos fundamentos, Otmar Paulucci, no haciendo lugar al pedido fiscal en ambos votos. Para la abogada Gabriela Durruty "se perdió una oportunidad histórica de dictar una sentencia mucho más acorde con el horror descripto en la sala por más de 10 meses".

El Tribunal Oral II citó a las partes a una audiencia a fines de dar a conocer su resolución en relación a la ampliación de acusación pedida por la fiscalía, y a la correspondiente oposición con subsidiaria nulidad formulada por las defensas en relación al planteo fiscal y la adhesión de las querellas.

El tribunal, a través de dos votos diferentes, resolvió finalmente: rechazar el planteo fiscal, tener por formuladas las reservas de recurrir a la Cámara de Casación interpuestas por las partes acusadoras y remitir al juez federal Marcelo Bailaque el audio de la testimonial de Stella Hernández con el fin de que aquel resuelva en su caso indagar a Mario Marcote por el delito de violación denunciado por la sobreviviente del SI.

En una primera parte de la resolución, consideró que el cambio de la plataforma fáctica impediría el ejercicio del derecho de defensa, por lo cual no estarían dados los requisitos previstos en el artículo 381 del código de rito. También los jueces entendieron que en algunos casos no existía vinculación entre los hechos que se querían ampliar y los ya imputados, otro del los requisitos previstos para cualquier ampliación de acusación. En estos casos la fiscalía había entendido que los nuevos hechos eran una derivación lógica -y de ahí su vinculación- de los ya imputados en lo que luego se calificó como asociación ilícita.

De igual modo el TOF entendió en otros casos que no se trataba de hechos novedosos, sino conocidos desde la instrucción, por tanto al no resultar hechos nuevos tampoco, desde su punto de vista procedería la ampliación en este sentido.

En un último grupo de casos el tribunal resolvió, a diferencia de la fiscalía, que algunos hechos se hallaban comprendidos en los términos del requerimiento fiscal al momento de su formulación por lo cual no resultaría necesaria la ampliación.

Cabe recordar que la fiscalía había solicitado la ampliación por el delito de tormentos aún en los casos por los cuales se había requerido solo por las condiciones tortuosas de detención.

El 9 de mayo el fiscal Stara había pedido al ampliación de la acusación para Marcote respecto de la violación de Stella Maris Hernández. Haciendo una pormenorizada descripción de la evolución en la jurisprudencia internacional respecto de este delito como parte de los crímenes de lesa humanidad. Explicó como las violaciones y abusos sexuales eran prácticas sistemáticas y habituales en el Servicio de Informaciones de la Policía de la Provincia de Santa fe, al igual que el rito de la tortura con la picana, los golpes, el submarino o la imposición de condiciones de cautiverio degradantes. Todas estas acciones criminales perseguían el mismo fin la obtención de información o simplemente causar dolor, humillación.

El fiscal Stara sostuvo en aquella jornada que tanto Marcote, José Lofiego, Ramón Vergara y José Scortechini contribuyeron a asegurar con su accionar cumpliendo acabadamente su parte del trabajo en esa unidad de exterminio. "Ello, porque entiendo que mediante el rol que cumplieron en el CCD, este grupo (mantenimiento del cautiverio de las víctimas y aplicación de tormentos), efectuaron una contribución esencial al resultado más grave: los homicidios. Para que éstos fueran posibles, resultó imprescindible que los secuestrados permanecieran en cautiverio hasta que las jerarquías de esa fase del aparato organizado de poder criminal decidieran su exterminio".

lunes, 6 de junio de 2011

El capellán impune

El caso del ex capellán de la Unidad Regional II durante la dictadura
 Más testigos complican a Zitelli

Fiscales de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos, pretenden que el sacerdote declare por los delitos de asociación ilícita, privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, en el marco de la causa Feced.

 Por José Maggi

El juez federal Marcelo Bailaque recibió un nuevo pedido de dos fiscales para que ordene el llamado a declaración indagatoria de Eugenio Segundo Zitelli, el ex capellán de la Unidad Regional II durante la ùltima dictadura. Se trata de los fiscales Gonzalo Stara y Mario Gambacorta a cargo de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos, quienes pretenden que declare por los delitos de asociación ilícita, privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, en el marco de la causa "Feced, Agustín y Otros s/ homicidio, violación y torturas", expte. N 130/04, esta vez, por los hechos que damnificaron a Mónica Cattoni y Eduardo BracacciniI. El pedido fiscal surge a partir de que UMANO y Familiares de detenidos desaparecidos por razones políticas Rosario, ofrecieran el testimonio de Mónica y Jorge Cattoni y Gladis Bonafede.

Del testimonio de ésta última, surge que cuando detienen a su hijo en julio de 1977, ella supo por su sobrino que Eduardo estaba en Jefatura. Dijo también que, por medio de un matrimonio conocido de ellos y conocido también de Zitelli, consiguieron una entrevista con éste. Que entraron por la puerta de Jefatura, se entrevistaron con Zitelli quien les dijo: "los presos políticos no figuran en guía, voy a intentar hablarlo pero no me pida de sacarlo". Agregó que Zitelli estaba vestido con un traje gris oscuro y el típico cuello de cura; y los atendió en un escritorio donde estaba él solo. Contó que ella se fue algo tranquila porque hasta ese momento creía que él era un buen hombre y que, como era de Casilda, la iba a ayudar.

Del testimonio prestado por Mónica Cattoni surge que la nombrada junto con su esposo, Néstor Caraballo fue privada de su libertad entre navidad y año nuevo del año 1976. Luego, fueron llevados a la Jefatura, donde permanecieron cautivos hasta el 17 o 18 de enero de 1977. Durante su cautiverio, fue sometida a varios interrogatorios, en los primeros diez días. Estando allí, escuchó cuando torturaban a otras chicas presas. Estuvo primero en la escalera, luego en una habitación donde dormían, que estaba cerca del lugar donde torturaban; incluso un día la hicieron bajar y la hicieron cocinar. Dijo que muchas de las personas detenidas estaban golpeadas, torturadas, violadas. Contó que, junto con ella, estaban detenidas María Inés Luchetti, Marisol Pérez, una chica de apellido Hernández, otra de nombre Alicia embarazada de pocos meses y su pareja. También estaba con ella una señora que tenía cuatro hijos, con acento español, cree que le decían "Pili", a quien torturaron mucho. Que también estaba la suegra de María Inés Luchetti, violada y golpeada. Recordó también la testigo que un día escuchó que uno de los policías gritaba el nombre de Darío Castagnani a quien conocía de Casilda , que le decía: "tenés visitas". Esas visitas eran un primo de Mónica Catoni, lo que ella supo luego porque se lo contaron. Este primo suyo habló con Castagnani, quien le dijo que había hablado con Zitelli durante su detención. En relación al personal del SI, pudo escuchar los apodos de "el ciego", "el cura", "archi", "el sargento" o pelado", "ronco", "Rommel", "Darío", "monito", "Beto", "lagarto", "Diego", "kunfu", "kunfito", "Managua", "pirincha", "kuriaqui", "bruja", "Toni", "japonés".

La testigo aseguró que en los días en que estuvo detenida, "vió al cura Zitelli, ya que a pesar de estar tirada en el piso y vendada, algo podía ver". De igual modo agregó que "frente al lugar donde estaba sentada, pasaban los guardias y que por ahí vio pasar al sacerdote, al que reconoció porque ella era de Casilda, y su mamá era docente de un sobrino de Zitelli, quien además solía participar en fiestas religiosas en esa ciudad.

Mónica dijo también que si bien no podrìa asegurarlo creyó ver a Zitelli con sotana, y que recordaba otra vez que este había ido a observar el lugar donde estaba, tras lo cual le dijo a un familiar de su suegro que era el contacto que tenían con el sacerdote que ella estaba viva y que tenía puesta una pollera roja lo que dio a sus familiares cierta tranquilidad porque efectivamente ella tenía una prenda similar al momento de su detención . También cree que escuchó varias veces a Zitelli hablando con Feced; agregó que, en esa ocasión, le reconoció claramente la voz a este último. Además, contó que Zitelli, en una entrevista ya en democracia, reconoció que le daba consejos a Feced. Los dichos son corroborados por su hermano Jorge Cattoni, Contó que, cuando detuvieron a su hermana, fue con el ex suegro de ella a ver a Zitelli, alrededor de las 9 de la mañana del día siguiente a la detención. Le contaron lo que había pasado la noche anterior, y Zitelli confirmó que la noche anterior había habido varios operativos con muertos y heridos, que, si bien él todavía no había ido a Jefatura, sabía de las detenciones. Zitelli les dijo que tenían que hablar con quien había estado a cargo de los operativos, Guzmán Alfaro, pero les recomendó que vaya sólo el suegro de Mónica porque, como Jorge era joven, había riesgo de que lo dejaran detenido. Les recomendó que fueran a la tarde porque, como habían tenido mucho trabajo, posiblemente Guzmán descansara una buena parte del día. Les relató minuciosamente el camino que tenían que recorrer dentro de la Jefatura para encontrar a Guzmán Alfaro. Contó que, a las 18 hs. de ese día, Eduardo Caraballo fue a Jefatura, ingresó, siguió el camino que le indicó Zitelli y golpeó la puerta. Allí se encontró con Guzmán Alfaro y le intentó explicar que Mónica y Néstor no tenían nada que ver, que habían sido detenidos por error. Este hombre lo escuchó pero no le contestó nada. Durante esos 18 días de detención de Mónica, su hermano sólo recuerda que el pariente de Eduardo Caraballo que fue quien les permitió contactar a Zitelli les contó en algún momento que Zitelli le había dicho que había visto a Mónica y que ella tenía puesta una pollera roja.

Pero además, sostiene la fiscalía, de las indicaciones concretas que han efectuado los testigos respecto de otros imputados de esta causas, surge que todos ellos, conformaban un equipo, un "grupo de tareas" que, cumpliendo distintas funciones, perseguían el mismo fin, que no era otro que llevar adelante el plan sistemático de represión ilegal en nuestra zona.

Este ha sido, por otra parte, el criterio de imputación propuesto por el Fiscal del juicio "Díaz Bessone" ante el TOF 2, Gonzalo Stara, al ampliar la acusación de los imputados, que se resolverá el martes próximo.

Por ello, se solicitó también y por los hechos que damnificaron a Cattoni y a Braccacini la indagatoria de José Rubén Lofiego, Mario Alfredo Marcote; José Carlos Antonio ScortecchiniI; Ramón Rito Vergara; Lucio César Nast; Ramón Telmo Alcides Ibarra; Julio Héctor Fermoselle; Diego Portillo; Ernesto Vallejo; Antonio Tuttolomondo; Carlos Ulpiano Altamirano, Ramón Telmo Alcides Ibarra, Ovidio Marcelo Olazagoitia, Pedro Travagliante, Eduardo Dugour, César Heriberto Peralta, Héctor Oscar Gianola; Daniel González.