Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

domingo, 13 de marzo de 2016

Ingreso al centro clandestino de detención Quinta de Funes

Viaje al tenebroso plan de Galtieri
Los dueños del predio cuya expropiación tiene media sanción accedieron al pedido de la Comisión de la Memoria y lo abrieron. El diputado Jorge Henn prometió impulsar la ley. El 25 de marzo será declarado sitio de memoria.

  Por Pablo Fornero
"Esta era la oficina de Galtieri", dice alguien y el silencio se apodera de la habitación. Se respira hondo, se cierra el pecho y fortalece el alma para seguir el recorrido por el lugar donde quien era jefe del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército en 1977 pergeñó un plan para asesinar a los integrantes de la conducción de Montoneros en México. Unos cuarenta años atrás, al menos 16 personas fueron detenidas y sometidas al más cruento cautiverio entre esas paredes, hoy sucias y descuidadas. Tulio "Tucho" Valenzuela pudo escapar, pero el precio fue alto: quedó como rehén su compañera Raquel Negro, embarazada de mellizos que nacieron el 27 de febrero de 1978, en cautiverio, y que continúa desaparecida.

Ahora, a la espera de la firma de la expropiación de la Quinta de Funes que demora el Senado, los propietarios de la finca accedieron al pedido de la Comisión por la Memoria local y abrieron las puertas del ex centro clandestino de detención, ubicado en Ruta 9 y diagonal San José.

Los acompañó el diputado provincial Jorge Henn, quien reveló que el proyecto tiene "preferencia" para la primera sesión del año. No obstante, se comprometió a renovar el dialogo con los legisladores de la Cámara Alta. Por la tarde se recibió la gratísima noticia de que Derechos Humanos de la Provincia y la Nación se pusieron de acuerdo para reconocer el 25 de marzo a la Quinta como Sitio Histórico de la Memoria.

"Qué fuerte esto, ¿no?". Esa frase sencilla se repitió varias veces, como una especie de abrazo contenedor y solidario para sostener la emoción. "Lo lindo y tenebroso", describió acertadamente el ex vicegobernador. Es que la inmensa Quinta realmente es un predio "lindo", provisto de un ingreso de piedras, una frondosa arbolada de diversas especies, una pileta grande, la casa (muy dañada, incluso con un par de salones con las marcas incendiarias de un acto de vandalismo, "un par de años atrás"), más un garaje, un galpón y la cancha de tenis en el fondo. Pero su belleza es indisoluble del pasado "tenebroso" que la distingue y que ahora, con su probable reconversión en espacio de memoria y escuela pública, promete resembrarse.

Eduardo Toniolli, Fernando Dussex, Marta María Benassi, Ignacio Laluf, Marta María Forestello, Miguel Angel Tosetti, Ana María Gurmendi, Jorge Novillo, Teresa Soria, Oscar Capella, Liliana Nahz, Fernando Agüero, María Adela Reina Lloveras y Héctor Retamar estuvieron cautivos en ese lugar donde Galtieri había armado una base de operaciones para ejecutar su plan, frustrado por la fuga de Valenzuela cuando llegó a México. Entonces, Galtieri ordenó desmantelar el centro clandestino y llevó a los cautivos a la Escuela Magnasco, para trasladarlos luego a una quinta en La Ribera de la familia Amelong. Allí -según el relato de Eduardo Costanzo- fueron asesinados. Jaime Dri también pasó por la Quinta de Funes, aunque luego fue llevado nuevamente a la ESMA. Menos Dri, todos continúan desaparecidos. Incluso Valenzuela, abatido en 1978 cuando la organización le ordenó volver al país. Por esta causa, en abril de 2010, el Tribunal Oral número 1 condenó a prisión perpetua de cumplimiento efectivo en cárcel común a Oscar Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Walter Pagano, Juan Daniel Amelong y Eduardo Costanzo.

Raquel Negro dio a luz a mellizos en el Hospital Militar de Paraná, el 27 de febrero de 1978. En 2008, Sabrina Gullino Negro Valenzuela recuperó su identidad, al comprobarse lo dicho por Costanzo: Pagano y Amelong la habían llevado a la puerta del Hogar del Huérfano, donde la dejaron abandonada. Más tarde la adoptó una familia de Ramallo. Sabrina se busca desde entonces a su hermano mellizo, que fue dado de alta el 27 de marzo de 1978 en el Instituto Privado de Pediatría de Paraná.

Al ex vicegobernador se le hizo "un nudo en la panza" al ingresar al inmueble. Se conmovió, los ojos se le tornaron vidriosos y lamentó que en "un lugar hermoso" se haya "pergeñado un plan de exterminio". En diálogo con Rosario/12, remarcó que la defensa de los derechos humanos "pertenece a todos los argentinos" y, en función de la presidencia de Mauricio Macri, dijo que "todos" están "muy atentos de que esto siga siendo así, que pensar hacia adelante significa afianzarnos en lo que ocurrió, para que estas cosas no vuelvan a ocurrir".

Henn dijo que renovará el diálogo con los senadores, a quienes frecuentó durante cuatro años como vicegobernador, para que finalmente el proyecto de expropiación obtenga la sanción definitiva. A fines de diciembre, en la última sesión ordinaria, quedó a las puertas de convertirse en ley, pero finalmente perdió prioridad. El legislador radical reveló ayer que tiene "preferencia", aunque pidió "ser cuidadoso" con los resultados. Se comprometió a "trabajar para que eso sea".

Tanto el diputado como los integrantes de la Comisión destacaron y agradecieron la predisposición de los dueños de la finca, que aceptaron por primera vez el ingreso irrestricto de dirigentes y agrupaciones. "Lo hacemos con un profundo respeto a la propia historia de la Quinta", destacó Henn. Más tarde, uno de los titulares del predio y guía de la recorrida, Raúl Porreca, admitió que en alguna oportunidad se pensó desarrollar un proyecto inmobiliario en el lugar. Ante el impedimento, consideró que "si la manera de solucionar es la expropiación, estamos totalmente de acuerdo". "Nosotros siempre nos portamos de la misma manera, vino Rafael Bielsa a filmar una película ("Tucho", que recrea la vida de Valenzuela) y se la quisimos dar un mes a la casa. Podemos no coincidir, pero el fin es extraordinario, un colegio público, Funes necesita una escuela técnica", apuntó.

Las sensaciones poderosas del viernes no culminaron con la visita. Después del mediodía siguieron las "emociones fuertes y buenas noticias", como lo definió David Rullo, uno de los autores de la ordenanza que declara de interés municipal la expropiación de la Quinta, firmada en conjunto con el ex concejal Mauro Miguez. La Comisión recibió la novedad de que el viernes 25 de marzo la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, en acuerdo con la Nación, se hará cargo de la señalización definitiva del inmueble como "Sitio de la Memoria del Terrorismo de Estado", conforme a una ordenanza local.

Inspección judicial en el edificio de Ituzaingó y Las Heras, bombardeado por la dictadura

Más pruebas que incriminan al Ejército
La inspección en el lugar permitió establecer responsabilidades en las fuerzas armadas por el asesinato de una vecina y aproximó una respuesta a uno de los interrogantes de la masacre: ¿Dónde estaban el bebé de un mes y su hermanito de un año que sobrevivieron al bombardeo?

Por Juan Carlos Tizziani - Desde Santa Fe.

La inspección judicial en el edificio de Ituzaingó y Las Heras sumó más pruebas para atribuir al Ejército el asesinato de una vecina del primer piso que resultó la quinta víctima y aproximó una respuesta a uno de los interrogantes de la masacre: ¿Dónde estaban el bebé de un mes y su hermanito de un año que sobrevivieron al bombardeo? El viernes, los jueces del Tribunal Oral de Santa Fe que intervienen en el juicio de la megacausa fueron los primeros en casi 40 años en recorrer el lugar donde aún persisten las manchas de sangre y murieron cinco personas, en 1977. Cuatro militantes montoneros: Jorge Piotti y su pareja, Ileana Gómez y los compañeros de ambos, Osvaldo Pascual Ziccardi y Carlos Mario Frigerio -que ocupaban el departamento del primero piso sobre Ituzaingó-. Y su vecina, Elina Carlen -que vivía al lado, con ventanas sobre Las Heras. Los acompañaron dos testigos: Graciela Carlen, quien vio morir a su mamá y Jorge Giorgetti, que ocupaba un departamento del tercer piso, con su esposa y su hijo de 8 meses. Un rato antes, por teleconferencia desde San Juan, había declarado un tercer testigo, el abogado Daniel César Terussi, que vivía en la planta baja.

Los relatos volvieron al 19 de enero de 1977, cuando el ataque del Ejército dejó en ruinas el departamento de los Piotti y gran parte del edificio. Graciela Carlen ratificó ante los jueces lo que había dicho en la audiencia de noviembre, que el disparo de un fusil que entró por la ventana del este mató a su madre. "Fue el primer tiro, una explosión, que le desgarró el cuello. Es una imagen que no la puedo olvidar", dijo Graciela. "Fue un solo impacto cuando ella quiso cerrar la ventana. Nunca habló, no dijo nada, nunca gimió. Fue terrible".

Al día siguiente, el Ejército atribuyó el asesinato de Carlen a uno de los "subversivos" que había "utilizado como escudos" a los chicos Piotti cuando "intentó refugiarse" en el departamento de Elina y ella se resistió. El mayor de los niños, Mariano, tenía un año y el bebé, un mes. Graciela dijo que el relato de la dictadura era "falso" y que a su madre la mató un disparo que venía del grupo atacante que copó la azotea del edificio y los techos vecinos.

Ante el asesinato de su madre, Graciela sufrió un schok, bajó la escalera y salió a la calle, donde la asistió una vecina. La puerta de su departamento quedó abierta.

Giorgetti dijo que el departamento de Piotti estaba demolido por los tiros y explosiones. "Es imposible que los nenes hubieran sobrevivido allí, absolutamente imposible". Y planteó la hipótesis de que en medio del bombardeo, los chicos fueron escondidos en el placard de la señora Carlen. "Estoy seguro que los envolvieron en una manta y los pusieron en ese placard, donde no entró ningún balazo. Eso es lo que hicieron".

Terussi coincidió que por el estado en que quedó el departamento de los Piotti "nadie hubiera podido sobrevivir" allí. El piso estaba cubierto de "sangre coagulada" y las paredes estampadas por las "esquirlas de granada".

Graciela Carlen se sumó a esa hipótesis de Giorgetti, que los niños sobrevivieron porque los escondieron en el placard de su madre. "Creo que sí", dijo. "La primera vez que volví al departamento (un mes después del bombardeo), lo primero que hice fue ir a ver ese placard de mi mamá y no tenía impactos de balas, estaba intacto. O sea que si los niños estuvieron ahí, se salvaron". Lo que dice Giorgetti "puede ser verdad", agregó Graciela.

-¿O sea que a los chicos los trasladaron después de que vos saliste del edificio? -preguntó Rosario/12.

-Si, los pueden haber llevado después porque yo dejé la puerta del departamento abierta -respondió Graciela.

En la esquina, apenas comenzó la inspección, Giorgetti señaló a los jueces el balcón de enfrente, donde había una ametralladora de 22 mm. con trípode que disparaba contra el edificio. "Perforó todos los balcones, medio metro por arriba del piso, así que si había alguien escondido ahí, lo mataban. Tiraban y si hubiera estado una criatura, el tiro era para la criatura", recordó.

El relato de un sobreviviente apunta al Sargento Jorge Balla

"Enseñaba a copar edificios"
Lo dijo el abogado Daniel César Terussi al declarar por video conferencia desde San Juan, en el marco de la causa que investiga la masacre del 19 de enero de 1977 en el edificio de Ituzaingó y Las Heras en el centro de la capital provincial.

Por Juan Carlos Tizziani  -  Desde Santa Fe.

Un represor enseñaba a sus soldados cómo era el tiro del final. Les decía que los "subversivos" "no eran muy hombres ni muy valientes" porque antes de morir se quejaban: "'¡Mamita, mamita!". El relato llegó al Tribunal Oral de Santa Fe por un sobreviviente del bombardeo de Ituzaingó y Las Heras que declaró el viernes en el juicio por la megacausa. Y el instructor que mencionó es el sargento Jorge Alberto Balla, quien está preso desde octubre en la cárcel de Las Flores por "cuatro homicidios" en aquella masacre, el 19 de enero de 1977. "Balla nos enseñaba a copar edificios como el de Ituzaingó y Las Heras, primero había que tomar la azotea y luego los pisos inferiores". Y en una clase, hizo ese comentario sobre los montoneros que "no eran muy hombres ni muy valientes" porque antes de morir, suplicaban: "Mamita, mamita", dijo el abogado Daniel César Terussi al declarar por video conferencia desde San Juan.

Terussi relató dos hechos. Uno en 1977, el ataque del Ejército al edificio donde él vivía en un departamento de planta baja, pero que vio desde la calle porque salió un rato antes. Y el otro, dos años después, en 1979, cuando cumplió el servicio militar en el Comando de Artillería 121, donde sus jefes eran Balla y el teniente 1º Ramón Abel Recio.

En el juicio estaban imputados los "autores mediatos" de la masacre de Ituzaingó y Las Heras, ya fallecidos. Pero en instrucción, hay una segunda causa que investiga a los "autores materiales" con diez presos y un prófugo. Los detenidos son dos militares: Balla y el cabo Luis Alfredo Gómez y ocho policías que operaban en el Comando Radioelétrico, entre ellos el comisario Rodolfo Antonio Reible. El prófugo es el coronel Recio, que integró el Batallón de Inteligencia 601 y hoy tiene orden de captura en Interpol. Uno de los testigos que declaró en la investigación dijo que Recio era "un verdugo".

Aquel 19 de enero de 1977, Terussi salió del departamento, que era propiedad de un compañero, alrededor de las tres de la tarde. Lo pasó a buscar un amigo para ir a la playa, así que fue "descalzo y sin documentos". Volvió una hora después, cuando ya había comenzado el ataque que dejó cinco muertos: los dueños del departamento del primer piso, Jorge Piotti y su pareja Ileana Gómez, dos compañeros de ambos: Osvaldo Pascual Ziccardi y Carlos Mario Frigerio. Y la vecina de al lado. Elina Carlen. Sobrevivieron los dos hijos de Piotti: Mariano, de un año y Jorge, de un mes.

"A las tres de la tarde cuando me fui era una calma total, no había nadie en la calle. Y una hora después, el escenario era dantesco", dijo Terussi. Un retén lo frenó en bulevar Pellegrini y Las Heras, a dos cuadras, pero después pudo acercarse más. "Escuchaba los tiros y las explosiones".

"En medio del tiroteo salió una chica a la calle con los brazos en altos. Alguien le dice que se tire al suelo y Terussi dijo que él la contuvo y la acompañó hasta la casa de una vecina. "Era Graciela Carlen, que estaba en estado de schock y me dice habían matado a la madre. "El primer disparo lo recibió ella en el cuello", recordó. Graciela estaba entre el público, su recuerdo es que apenas salió a la calle, un hombre se acercó y la llevó a la casa de una vecina. En el juicio, se enteró que era Daniel Terussi, su vecino.

Al día siguiente -siguió Terussi "leí en el diario El Litoral" que "uno de los delincuentes subversivos" había asesinado a la mamá de Graciela. "Eso es falso. A la señora Carlen la mataron los militares, Graciela me dijo que el primer disparo lo recibió su madre".

Después del operativo, Terussi pudo ingresar a su departamento, pero no quedarse. "Estaba todo roto y faltaban cosas". "Clausuraron el edificio y recién pudimos volver a los cuatro o cinco días".

Fue allí cuando describió que el departamento de Piotti había quedao en ruinas. El piso era una alfombra roja: estaba cubierto de "sangre coagulada" y las paredes estampadas por "esquirlas de granada". Uno de los muros interiores tenía un "agujero como si le hubieran tirado con una bazuca o demolido con una piqueta", ilustró.

Según Terussi, el bombardeo había sido letal. "Nadie hubiera podido sobrevivir" en ese lugar, con lo cual coincidió con la hipótesis que ya plantearon otros testigos, que los chicos sobrevivieron porque los escondieron en el placard de Carlen. La hipótesis la planteó Jorge Giorgetti, que vivía en el tercer piso, Graciela coincide porque el placard de su mamá "no había recibido impactos" y ahora lo dijo Terussi. "El olor a sangre era nauseabundo, insoportable", recordó Daniel. Y junto con su compañero Tomás Azpilcueta compraron diez botellas de desodorante de ambiente y las volcaron en el departamento de Piotti. "Se arruinó la vida, se vino el mundo abajo".

El fiscal Martín Suárez Faisal le preguntó por el servicio militar que cumplió en el Comando de Artillería 121, en 1979. "¿Recuerda algo?".

-Sí, a un sargento Balla que nos daba instrucción de cómo copar un edificio como el de Ituzaingó y Las Heras, que había que tomar primero la azotea y de ahí para abajo. Y al final nos hizo comentarios. "Que los subversivos no eran muy hombres ni muy valientes porque cuando los mataban, gritaban: '¡Mamita, mamita!' -respondió Terussi.

Suárez Faisal insistió y Terussi dijo que Balla hablaba "en general", se refería "a los subversivos", que antes de morir, gritaban: "'¡Mamita, mamita!' Las palabras que usó eran más gruesas".

-¿Qué palabras usó?

-No las recuerdo exactamente.

Terussi dijo que Balla lo presionaba. "Me decía: 'yo te conozco bien, vos sos medio subversivo'". Entonces, él empezó sospechar que Balla había estado en su departamento "cuando ocurrió lo de Ituzaingó y Las Heras. Se llevaron todas las cosas de valor. Yo tenía muchos libros, algunos sobre marxismo. Balla me decía que me conocía bien y era medio subversivo".

-¿Quien era el jefe del Comando de Artillería 121?

-Un coronel (Pedro José Canevaro) que estaba alterado, porque en la puerta del despacho tenía una luz roja encendida, así que no se podía golpear, ni entrar. No querían que lo molestaran.

-¿Y en el Servicio de Empleo Inmediato (SEI)?

-El teniente primero Recio, el subteniente Furque y el sargento Balla. Recio nos chumbaba con un ovejero alemán que nos mordía los talones. Balla nos instruía sobre cómo copar un edificio. Nos lavaban la cabeza sobre la subversión -concluyó.