Afectada por una enfermedad pulmonar, el jueves a la noche murió la esposa de Dussex, quien está desaparecido. Su investigación de lo ocurrido en Quinta de Funes fue clave para sentar a los represores de Rosario en el banquillo de los acusados.
Cecilia Nazábal tenía 60 años y una mezcla de variadas complicaciones en su salud que terminaron con su vida la noche del jueves, mientras luchaba por ella en la sala de terapia intensiva del Hospital Español. El mismo donde varios amigos llegaron para dar sangre convocados por los medios de prensa. Fue entonces que muchos empezaron a tomar conciencia de la gravedad de la salud de Cecilia. Pero no la mató el asma, ni siquiera el coctel de complicaciones: el cuerpo de Cecilia había soportado el enorme dolor de la pérdida de su compañero, Fernando Dante Dussex, con quien tuvo a su hijo Fer, militante de HIJOS, y bastón indiscutido en cada una de las audiencias de los juicios por terrorismo de estado que alcanzó ver en sus inicios. Allí estuvo Cecilia cada vez que sus pulmones se lo permitieron, regalando sonrisas, y sin quejarse jamás, por el clima, el tiempo o la incomodidad de estar apiñados en una sala apenas un poco más grande que una cabina telefónica. Cecilia fue velada ayer en cochería Bassi.
En cada cuarto intermedio salía entre abrazos y se sentaba en el hall luminoso del tribunal, siempre rodeada por gestos de ternura. En las audiencias era grandilocuente y su voz retumbaba en el silencio solemne de las audiencias. Pero nadie atinaba a decir una palabra: ella era una de las que más había luchado porque este juicio se realizara. Y gracias a su tozudez, llego a ver a los cinco represores sentados en el banquillo de los acusados. Así soportó el testimonio sobre el secuestro de su esposo, y también tuvo que soportar la vincha de Juan Daniel Amelong pidiendo "legalidad", y hasta las preguntas retorcidas de su defensor. Hasta que un día se aflojó, y se fue relajando tal vez confiada en que había llegado el momento.
Junto a la actual diputada provincial Alicia Gutiérrez, Cecilia investigó lo ocurrido en el centro clandestino de detención Quinta de Funes, y batallaron incansablemente ante la Justicia. Cecilia no pudo declarar en su momento porque estaba internada en terapia intensiva. "Una pieza fundamental de esta causa, mi compañera y amiga, está luchando por su vida. Estas son las secuelas de la impunidad", recordó Gutiérrez con la voz quebrada, cuando le tocó declarar.
En tren a Rosairo. En la capital santafesina se enamoró del Alemán, o Kiki como lo llamaban a Fernando Dante Dussex. Se casaron el 10 de abril de 1976 en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús donde el Párroco era el Padre Zanello. "Ya había sido el golpe militar y no era tiempo para encontrarnos y festejar con los compañeros entrañables, sólo algunos a lo lejos y la familia", escribió de puño y letra Cecilia el 10 de agosto de 2009.
El 22 de agosto de 1976 se vinieron a Rosario en tren. Fernando estuvo en la secretaría de Prensa de Montoneros. "Al principio vivíamos en un hotel, y luego en pensiones de las que nos mudábamos cuando alguien que las conocía, caía. Trabajó poco tiempo en un negocio que vendía repuestos de autos y autos usados. Yo estaba embarazada, esperábamos nuestro primer hijo. El 1º de mayo nos mudamos a una casa en Pasco al 7300, un barrio en la zona oeste de Rosario, muy pobre. Teníamos muy buena relación con los vecinos, participábamos de reuniones donde nos organizábamos para realizar actividades que mejoraran la calidad de vida: desmalezamientos, zanjeos, extensión de caños de agua para aumentar el número de canillas públicas, construcción de refugios para que esperaran los que iban a trabajar a los talleres ferroviarios de Pérez. Pero este entusiasmo que compartíamos con la gente se transformaba cuando cotidianamente los vecinos nos comentaban: 'destruyeron una casa a dos cuadras y se llevaron a la pareja que vivía ahí'. Los diarios mostraban esta realidad que era cada día más desesperante: el campo popular retrocedía a pasos agigantados", escribió Cecilia.
Esa mujer. Ayer muchos la recordaron, como el concejal Juan Rivero: "Hemos perdido una compañera y una mujer invalorable", recordando que junto a Alicia Gutiérrez "fueron y son bellísimamante testarudas para juzgar a los genocidas y trabajaron incansablemente" con respecto a la causa Quinta De Funes. "Perdimos a una de ellas y nos embarga el dolor", señaló el querellante en las causas a los represores de la última dictadura militar.
"Junto a Cecilia y muchos compañeros logramos poner en el lugar de juzgamiento a los represores. Ella por su amor a la vida y a la justicia fue inclaudicable en eso. Tuvo la dicha de verlos allí sentados para ser juzgados y hoy lamentablemente ya no esta con nosotros. Seguiremos adelante con los juicios por la verdad, la justicia y la memoria y Cecilia nos acompañará siempre como tantos otros compañeros que hoy no están con nosotros. La lucha de ellos y de todos nosotros no será en vano y la patria por la que tanto soñamos en algún momento se hará realidad", concluyó el edil.
Un pilar, un sostén. Pero el recordatorio más emotivo lo hizo Juane Baso, militante de HIJOS, quien la definió como "una luchadora incasable por la verdad, la justicia y la memoria de los desaparecidos, una referente indiscutible para los militantes de HIJOS, que encontramos en ella a una madre en todas sus dimensiones, una maestra que nos enseñó a continuar la lucha por el juicio y castigo y una compañera de militancia".
"Como madre de Fer, nuestro cumpa de HIJOS, ha sido para nosotros un pilar, un sostén y una guía en todos estos años de lucha en los que aprendimos junto a ella cómo transitar este camino de construcción de la justicia. Cecilia fue memoria viviente de los hechos cometidos por los asesinos de la dictadura en Rosario. Dedicó su vida a la búsqueda de la verdad de lo que pasó con nuestros desaparecidos, a denunciar con nombre y apellidos a los responsables de las torturas, secuestros, asesinatos, desapariciones, robos de bebés y el saqueo a nuestro pueblo cometidos por los terroristas de estado. Fue también contención para muchas familias de compañeros con quienes construyó lazos y contactos afectivos que fueron fundamentales a la hora de conseguir testigos para esta etapa de juicios orales. Su aporte de información, investigación y vínculos con sobrevivientes y familiares a la causa que hoy transcurre en los tribunales federales de Rosario es invaluable", remarcó el militante de HIJOS.
"Nos demostró que la persistencia en la lucha da sus frutos a pesar de los miles de obstáculos que los personeros de la impunidad nos presentaron. Dejó el cuerpo y el alma en la lucha por el Juicio y Castigo a los genocidas, y alcanzó a ver cinco de los asesinos de la dictadura sentados en el banquillo de los acusados. Fue una fuente permanente de generación de vida. Proyecto y construyó proyectos bellísimos y luminosos como el jardín de niños La Nube, una experiencia pedagógica única en la ciudad", enfatizó Basso.
"'La pérdida de tantos compañeros y el esfuerzo de tantos otros no puede ser en vano y alguna vez tendremos la Patria Justa, Libre y Soberana por la que luchamos y con la que soñamos', nos dijo Ceci alguna vez sintetizando en unas pocas palabras el sentido de nuestra lucha", recordó Juane.
"Fue demasiadas cosas para los compañeros de esta agrupación como para reflejarlo en unas pocas y rápidas líneas. Madre y Compañera son dos palabras gigantes que se acercan bastante a lo que significará siempre para nosotros", concluyó el militante de HIJOS.
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