Tuvieron que esperar 32 años
Una quinta en Villa California, en las afueras de San José del Rincón, fue reconocida por cuatro personas como un centro clandestino de la dictadura donde sufrieron secuestros, tormentos y vejámenes. Los grupos de tareas la llamaban "El Borgia".
Por Juan Carlos Tizziani (Pagina12/Rosario)
Cuatro víctimas del terrorismo de estado tuvieron que esperar 32 años para ingresar ayer a una quinta en Villa California, en las afueras de San José del Rincón, que reconocieron como un centro clandestino de
la dictadura donde sufrieron secuestros, tormentos y vejámenes. La abogada Miriam Ramón, Froilán Aguirre y los esposos Daniel García y Alba Sánchez identificaron la propiedad con distintos grados de certeza. "Nosotros reconocemos el lugar sin ninguna duda", dijo García, mientras que Ramón y Aguirre consideraron que la casa era "compatible" con el chupadero en el que los torturaron. La diferencia se explica. Los García estuvieron desaparecidos casi cinco meses, entre el 6 de diciembre de 1977 hasta mediados de mayo de 1978, mientras que Ramón y Aguirre pasaron por la casa un año antes, en setiembre de 1976, no estuvieron más de veinticuatro horas, pero siempre encapuchados y en el caso de Aguirre, de noche. Los grupos de tareas habían bautizado el centro
operativo con un nombre inquietante: "El Borgia", según García que lo denunció ante la justicia hace cinco años, en noviembre de 2004, participó al mes siguiente en un reconocimiento exterior, pero recién ayer pudo ingresar al interior.
La inspección de ayer fue dispuesta por el Tribunal Oral que juzga a los represores santafesinos, así que participaron los tres jueces: Roberto López Arango, Andrea Creus y Carlos Renna, los fiscales Martín Suárez Faisal y José Ignacio Candioti, el defensor oficial Fabio Procajlo, los cuatro denunciantes y otros dos testigos. La quinta era propiedad del abogado Jorge Ayala Bergero, quien falleció un mes antes del comienzo del juicio, así que ayer fueron convocados su ex socio y copropietario de la vivienda durante la dictadura, el contador Mario Rostagno y una hija de Ayala Bergero, que también es abogada.
La casa es hoy muy distinta a la que había hace 30 años: le corrieron las paredes exteriores, le cambiaron el techo, le modificaron las arcadas, le agregaron habitaciones, demolieron dependencias y hasta construyeron una nueva pileta. Pero los García ratificaron ayer frente al Tribunal lo que ya han dicho ante el juez federal Reinaldo Rodríguez -en la etapa de investigación y cuando les tocó declarar en el juicio, hace dos semanas: "Nosotros reconocemos el lugar, sin ninguna duda", dijo Daniel. "No necesitamos planos para saber que estuvimos acá", señaló Alba.
García dijo que la quinta está muy cambiada. Pero cuando ingresó a la sala de estar quedó impactado. "Se me heló la sangre porque había un sillón viejo y pesado, donde nos ataban para pegarnos", relató. Se lo señaló a la "Negra", como llama a su esposa. Y ella se quebró en llanto. El sillón es antiguo, de madera, con patas trabajadas. "Tiene el respaldo inclinado y allí nos ataban para pegarnos, incluso el día que vino (el ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando) Rolón. Y hoy lo vimos, está en el mismo lugar como si fuera un adorno".
¿Ustedes están seguros que estuvieron acá? -preguntó Rosario/12.
Podrán reformar la casa, demolerla, sembrarle soja encima, pero nosotros salimos de acá. Podrán presentar decenas de testigos que digan que venían acá a fiestas familiares, a bautismos, a lo que quieran. Nosotros salimos de acá- contestó García.
Durante la inspección judicial hubo un careo entre García y la hija de Ayala Bergero. "Yo intenté protestar porque esa chica en aquella época tenía cinco años y mal puede tener recuerdos o saber si el padre refaccionó o no la quinta. Sin embargo, el presidente del Tribunal insistió: ella se mantuvo en sus dichos y nosotros en los nuestros", explicó Daniel.
Daniel García y Alba Sánchez estuvieron secuestrados junto con otra compañera de militancia, Andrea Trincheri, quien también declaró en el juicio y a la que ellos habían refugiado en su casa porque estaba clandestina en Santa Fe. Froilán Aguirre también cayó junto a otro compañero, Juan Alberto Osuna, a quien escuchó gritar en la tortura en la pieza de al lado y después apareció muerto en un enfrentamiento fraguado en Paraná. Y Miriam Ramón fue secuestrada con otra compañera a la que sólo conocía por su nombre de pila: Lidia y que hoy intenta localizar porque era oriunda de Carlos Pellegrini. Lo que significa que habrían pasado por el centro clandestino por lo menos siete personas, en distintas épocas, aunque las víctimas aseguran que fueron más.
Aguirre dijo que el lugar donde está la casa es "compatible" con sus recuerdos del secuestro. "Yo siempre sostuve que estaba por esta zona (de Rincón). No lo puedo aseverar ciento por ciento, pero esta es la zona. Está cerca de la ruta, hay un tramo corto (de 200 metros), por el movimiento del auto se notaba que era una calle de tierra, cuando me bajaron pisé el césped y después para entrar a la casa había que subir un escalón", recordó.
El relato de Ramón fue coincidente. "¿Reconoció el lugar?", fue la pregunta. "Sí, por los metros que recorrimos (desde la ruta 1) ésta es la casa donde estuvimos. Además, en esta zona no había muchas casas más. Hoy existen construcciones que en esa época no estaban. Yo nací y me crié en Coronda, una zona con un suelo y olor muy característico (similar al de Rincón). Yo reconocí, precisamente eso, el suelo y el olor.
¿O sea que es compatible con el lugar donde estuvieron ustedes?
Para mi es compatible, sí -concluyó Ramón.
Una quinta en Villa California, en las afueras de San José del Rincón, fue reconocida por cuatro personas como un centro clandestino de la dictadura donde sufrieron secuestros, tormentos y vejámenes. Los grupos de tareas la llamaban "El Borgia".
Por Juan Carlos Tizziani (Pagina12/Rosario)
Cuatro víctimas del terrorismo de estado tuvieron que esperar 32 años para ingresar ayer a una quinta en Villa California, en las afueras de San José del Rincón, que reconocieron como un centro clandestino de
la dictadura donde sufrieron secuestros, tormentos y vejámenes. La abogada Miriam Ramón, Froilán Aguirre y los esposos Daniel García y Alba Sánchez identificaron la propiedad con distintos grados de certeza. "Nosotros reconocemos el lugar sin ninguna duda", dijo García, mientras que Ramón y Aguirre consideraron que la casa era "compatible" con el chupadero en el que los torturaron. La diferencia se explica. Los García estuvieron desaparecidos casi cinco meses, entre el 6 de diciembre de 1977 hasta mediados de mayo de 1978, mientras que Ramón y Aguirre pasaron por la casa un año antes, en setiembre de 1976, no estuvieron más de veinticuatro horas, pero siempre encapuchados y en el caso de Aguirre, de noche. Los grupos de tareas habían bautizado el centro
operativo con un nombre inquietante: "El Borgia", según García que lo denunció ante la justicia hace cinco años, en noviembre de 2004, participó al mes siguiente en un reconocimiento exterior, pero recién ayer pudo ingresar al interior.
La inspección de ayer fue dispuesta por el Tribunal Oral que juzga a los represores santafesinos, así que participaron los tres jueces: Roberto López Arango, Andrea Creus y Carlos Renna, los fiscales Martín Suárez Faisal y José Ignacio Candioti, el defensor oficial Fabio Procajlo, los cuatro denunciantes y otros dos testigos. La quinta era propiedad del abogado Jorge Ayala Bergero, quien falleció un mes antes del comienzo del juicio, así que ayer fueron convocados su ex socio y copropietario de la vivienda durante la dictadura, el contador Mario Rostagno y una hija de Ayala Bergero, que también es abogada.
La casa es hoy muy distinta a la que había hace 30 años: le corrieron las paredes exteriores, le cambiaron el techo, le modificaron las arcadas, le agregaron habitaciones, demolieron dependencias y hasta construyeron una nueva pileta. Pero los García ratificaron ayer frente al Tribunal lo que ya han dicho ante el juez federal Reinaldo Rodríguez -en la etapa de investigación y cuando les tocó declarar en el juicio, hace dos semanas: "Nosotros reconocemos el lugar, sin ninguna duda", dijo Daniel. "No necesitamos planos para saber que estuvimos acá", señaló Alba.
García dijo que la quinta está muy cambiada. Pero cuando ingresó a la sala de estar quedó impactado. "Se me heló la sangre porque había un sillón viejo y pesado, donde nos ataban para pegarnos", relató. Se lo señaló a la "Negra", como llama a su esposa. Y ella se quebró en llanto. El sillón es antiguo, de madera, con patas trabajadas. "Tiene el respaldo inclinado y allí nos ataban para pegarnos, incluso el día que vino (el ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando) Rolón. Y hoy lo vimos, está en el mismo lugar como si fuera un adorno".
¿Ustedes están seguros que estuvieron acá? -preguntó Rosario/12.
Podrán reformar la casa, demolerla, sembrarle soja encima, pero nosotros salimos de acá. Podrán presentar decenas de testigos que digan que venían acá a fiestas familiares, a bautismos, a lo que quieran. Nosotros salimos de acá- contestó García.
Durante la inspección judicial hubo un careo entre García y la hija de Ayala Bergero. "Yo intenté protestar porque esa chica en aquella época tenía cinco años y mal puede tener recuerdos o saber si el padre refaccionó o no la quinta. Sin embargo, el presidente del Tribunal insistió: ella se mantuvo en sus dichos y nosotros en los nuestros", explicó Daniel.
Daniel García y Alba Sánchez estuvieron secuestrados junto con otra compañera de militancia, Andrea Trincheri, quien también declaró en el juicio y a la que ellos habían refugiado en su casa porque estaba clandestina en Santa Fe. Froilán Aguirre también cayó junto a otro compañero, Juan Alberto Osuna, a quien escuchó gritar en la tortura en la pieza de al lado y después apareció muerto en un enfrentamiento fraguado en Paraná. Y Miriam Ramón fue secuestrada con otra compañera a la que sólo conocía por su nombre de pila: Lidia y que hoy intenta localizar porque era oriunda de Carlos Pellegrini. Lo que significa que habrían pasado por el centro clandestino por lo menos siete personas, en distintas épocas, aunque las víctimas aseguran que fueron más.
Aguirre dijo que el lugar donde está la casa es "compatible" con sus recuerdos del secuestro. "Yo siempre sostuve que estaba por esta zona (de Rincón). No lo puedo aseverar ciento por ciento, pero esta es la zona. Está cerca de la ruta, hay un tramo corto (de 200 metros), por el movimiento del auto se notaba que era una calle de tierra, cuando me bajaron pisé el césped y después para entrar a la casa había que subir un escalón", recordó.
El relato de Ramón fue coincidente. "¿Reconoció el lugar?", fue la pregunta. "Sí, por los metros que recorrimos (desde la ruta 1) ésta es la casa donde estuvimos. Además, en esta zona no había muchas casas más. Hoy existen construcciones que en esa época no estaban. Yo nací y me crié en Coronda, una zona con un suelo y olor muy característico (similar al de Rincón). Yo reconocí, precisamente eso, el suelo y el olor.
¿O sea que es compatible con el lugar donde estuvieron ustedes?
Para mi es compatible, sí -concluyó Ramón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario