El 1 de marzo comienza el juicio al ex comisario Roberto José Martínez Dorr
El ex comisario está acusado de secuestro y tortura en perjuicio de Froilán Aguirre en 1976, cuando tenía 17 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. El militante social había sido secuestrado por un grupo de tareas en el interior del Hospital Iturraspe.
El 8 de septiembre de 1976, Froilán Aguirre tenía 17 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Fue secuestrado por un grupo de tareas en el interior del Hospital Iturraspe. Había acordado un encuentro con otro compañero de militancia, Juan Carlos Beto Osuna, cuando los detuvieron.
Ambos fueron trasladados a una casa de campo situada en la zona de San José del Rincón y torturados durante horas. Durante la madrugada, Aguirre fue trasladado a la comisaría 1ª donde pasó 29 días en una celda de un metro cuadrado y fue golpeado sistemáticamente. Su compañero apareció acribillado en Paraná, en lo que se conoció como La Masacre de la Tapera.
Casi 36 años después, a partir del jueves 1 de marzo, Aguirre enfrentará en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, al ex comisario Roberto José Martínez Dorr (64). Más conocido como Morrongo, fue parte del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional I de la Policía de la provincia de Santa Fe, con el cargo de oficial auxiliar, desde septiembre de 1976 hasta diciembre de 1978, y es a quien Aguirre señala como autor de brutales golpizas que recibió mientras estuvo detenido en la comisaría 1ª.
Los jueces que conformarán el tribunal serán María Ivón Vella (como presidenta de la causa), José María Escobar Cello y Roberto López Arango. El ministerio público fiscal estará a cargo del fiscal general Martín Suárez Faisal, y en representación del imputado actuará el defensor oficial, Germán Artola. Del debate participarán 30 testigos y la sentencia está prevista para el 23 de marzo.
La Casita
Aguirre relató por primera vez los tormentos sufridos ante la Conadep, en 1984, pero fue en mayo de 2006 cuando formalizó su denuncia. Aquel 8 de septiembre de 1976, el encuentro con Osuna estaba pautado para las 20. Apenas si alcanzaron a verse, cuando una patota, vestida de civil, armados y encapuchados, los secuestraron y los subieron en diferentes vehículos.
Aguirre fue trasladado en un Dodge 1500 color verde metalizado. Viajó recostado en el piso del auto, cubierto con su propio saco, mientras los policías lo pisaban y pateaban. Frenaron en una casa de campo, situada en la zona de San José del Rincón, que se estima que es La Casita: un centro clandestino de detención, que si bien aún no ha podido ser localizado con exactitud, se cree que se trata del mismo inmueble en el que estuvieron secuestrados otros militantes, entre ellos el matrimonio compuesto por Daniel García y Alba Sánchez.
Debajo de la escalera
A pesar del paso del tiempo, los recuerdos de terror de esa noche fueron imborrables para Aguirre. Fue desnudado a golpes en una habitación pequeña y luego trasladado a otro cuarto preparado para la tortura.
Lo ataron a un sillón metálico quedando reclinado y desde atrás alguien le tapaba la boca con un almohadón. Recibió descargas eléctricas en diferentes partes del cuerpo durante toda la noche, hasta quedar desmayado. Por momentos podía escuchar cómo torturaban a su compañero en la otra habitación.
La noción del tiempo se tornó difusa, pero pudo asegurar que fue esa misma madrugada cuando lo trasladaron de vuelta a la ciudad de Santa Fe, hasta la comisaría 1ª y lo encerraron en una pequeña celda situada debajo de la escalera. Allí permaneció entre dormido y desmayado casi cuatro días. Cuando despertó, continuaba esposado, encapuchado y con los pies atados.
La celda triangular, tenía dimensiones tan pequeñas que no superaban el metro por cada lado. En ese lugar permaneció casi un mes con los pies atados, encapuchado y con las manos esposadas a la espalda, los golpes se repetían todos los días.
“Un día logré sacarme las esposas con un alambre que encontré y escribí, mi nombre, la fecha y mi agrupación política en una de las paredes. Cuando descubrieron la inscripción recibí la peor paliza de todas a manos de quien después pude conocer que se llamaba Roberto José Martínez, alias Morrongo”, relató Aguirre.
En esa ocasión, Martínez Dorr le azotó la cabeza contra la pared innumerables veces, saltaba sobre sus pies, lo golpeó en todo el cuerpo y también en sus genitales con un llavero. Froilán tenía 17 años y estaba totalmente debilitado y sin posibilidades de defenderse para cubrirse de los golpes. Su contextura física era pequeña “frente a un torturador de más de 100 kilos”, recordó.
Originariamente, la fecha de inicio de este juicio había sido fijada para el 31 de marzo del año pasado. Sin embargo, se suspendió cuando la defensa del imputado pidió la suspensión del juicio a prueba. Un beneficio que fue rechazado por el Tribunal pero llegó a la Cámara de Casación donde estuvo varios meses, hasta que el 28 de diciembre de 2011 rechazó el recurso extraordinario, y recién entonces se pudo volver a fijar audiencia.
Cinco juicios
Martínez Dorr está preso desde el 2008, cuando fue procesado por el juez federal Nº 1, Reinaldo Rodríguez. En agosto del 2010, logró que Casación, tras la negativa del Tribunal Oral Federal de Santa Fe, le concediera la prisión domiciliaria por “una degeneración macular relacionada con la edad”, llamada “maculopatía bilateral” en la cual “cada recaída implica una cicatriz”, habían explicado lo médicos.
Y, en marzo del año pasado, intentó una última maniobra para debilitar su persecución y solicitó al Tribunal Oral Federal la “suspensión del juicio a prueba”.
Los jueces también rechazaron la solicitud por considerar que “las violaciones a los derechos humanos” durante la dictadura “resultan de tal gravedad social y trascendencia institucional que no pueden ser objeto del beneficio que se pretende”.
De esta manera, dentro de 20 días, el ex comisario llegará a la sala de audiencias, para ocupar el banquillo de los acusados en el quinto juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, que se tramita en la ciudad de Santa Fe.
El ex comisario está acusado de secuestro y tortura en perjuicio de Froilán Aguirre en 1976, cuando tenía 17 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. El militante social había sido secuestrado por un grupo de tareas en el interior del Hospital Iturraspe.
El 8 de septiembre de 1976, Froilán Aguirre tenía 17 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Fue secuestrado por un grupo de tareas en el interior del Hospital Iturraspe. Había acordado un encuentro con otro compañero de militancia, Juan Carlos Beto Osuna, cuando los detuvieron.
Ambos fueron trasladados a una casa de campo situada en la zona de San José del Rincón y torturados durante horas. Durante la madrugada, Aguirre fue trasladado a la comisaría 1ª donde pasó 29 días en una celda de un metro cuadrado y fue golpeado sistemáticamente. Su compañero apareció acribillado en Paraná, en lo que se conoció como La Masacre de la Tapera.
Casi 36 años después, a partir del jueves 1 de marzo, Aguirre enfrentará en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, al ex comisario Roberto José Martínez Dorr (64). Más conocido como Morrongo, fue parte del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional I de la Policía de la provincia de Santa Fe, con el cargo de oficial auxiliar, desde septiembre de 1976 hasta diciembre de 1978, y es a quien Aguirre señala como autor de brutales golpizas que recibió mientras estuvo detenido en la comisaría 1ª.
Los jueces que conformarán el tribunal serán María Ivón Vella (como presidenta de la causa), José María Escobar Cello y Roberto López Arango. El ministerio público fiscal estará a cargo del fiscal general Martín Suárez Faisal, y en representación del imputado actuará el defensor oficial, Germán Artola. Del debate participarán 30 testigos y la sentencia está prevista para el 23 de marzo.
La Casita
Aguirre relató por primera vez los tormentos sufridos ante la Conadep, en 1984, pero fue en mayo de 2006 cuando formalizó su denuncia. Aquel 8 de septiembre de 1976, el encuentro con Osuna estaba pautado para las 20. Apenas si alcanzaron a verse, cuando una patota, vestida de civil, armados y encapuchados, los secuestraron y los subieron en diferentes vehículos.
Aguirre fue trasladado en un Dodge 1500 color verde metalizado. Viajó recostado en el piso del auto, cubierto con su propio saco, mientras los policías lo pisaban y pateaban. Frenaron en una casa de campo, situada en la zona de San José del Rincón, que se estima que es La Casita: un centro clandestino de detención, que si bien aún no ha podido ser localizado con exactitud, se cree que se trata del mismo inmueble en el que estuvieron secuestrados otros militantes, entre ellos el matrimonio compuesto por Daniel García y Alba Sánchez.
Debajo de la escalera
A pesar del paso del tiempo, los recuerdos de terror de esa noche fueron imborrables para Aguirre. Fue desnudado a golpes en una habitación pequeña y luego trasladado a otro cuarto preparado para la tortura.
Lo ataron a un sillón metálico quedando reclinado y desde atrás alguien le tapaba la boca con un almohadón. Recibió descargas eléctricas en diferentes partes del cuerpo durante toda la noche, hasta quedar desmayado. Por momentos podía escuchar cómo torturaban a su compañero en la otra habitación.
La noción del tiempo se tornó difusa, pero pudo asegurar que fue esa misma madrugada cuando lo trasladaron de vuelta a la ciudad de Santa Fe, hasta la comisaría 1ª y lo encerraron en una pequeña celda situada debajo de la escalera. Allí permaneció entre dormido y desmayado casi cuatro días. Cuando despertó, continuaba esposado, encapuchado y con los pies atados.
La celda triangular, tenía dimensiones tan pequeñas que no superaban el metro por cada lado. En ese lugar permaneció casi un mes con los pies atados, encapuchado y con las manos esposadas a la espalda, los golpes se repetían todos los días.
“Un día logré sacarme las esposas con un alambre que encontré y escribí, mi nombre, la fecha y mi agrupación política en una de las paredes. Cuando descubrieron la inscripción recibí la peor paliza de todas a manos de quien después pude conocer que se llamaba Roberto José Martínez, alias Morrongo”, relató Aguirre.
En esa ocasión, Martínez Dorr le azotó la cabeza contra la pared innumerables veces, saltaba sobre sus pies, lo golpeó en todo el cuerpo y también en sus genitales con un llavero. Froilán tenía 17 años y estaba totalmente debilitado y sin posibilidades de defenderse para cubrirse de los golpes. Su contextura física era pequeña “frente a un torturador de más de 100 kilos”, recordó.
Originariamente, la fecha de inicio de este juicio había sido fijada para el 31 de marzo del año pasado. Sin embargo, se suspendió cuando la defensa del imputado pidió la suspensión del juicio a prueba. Un beneficio que fue rechazado por el Tribunal pero llegó a la Cámara de Casación donde estuvo varios meses, hasta que el 28 de diciembre de 2011 rechazó el recurso extraordinario, y recién entonces se pudo volver a fijar audiencia.
Cinco juicios
Martínez Dorr está preso desde el 2008, cuando fue procesado por el juez federal Nº 1, Reinaldo Rodríguez. En agosto del 2010, logró que Casación, tras la negativa del Tribunal Oral Federal de Santa Fe, le concediera la prisión domiciliaria por “una degeneración macular relacionada con la edad”, llamada “maculopatía bilateral” en la cual “cada recaída implica una cicatriz”, habían explicado lo médicos.
Y, en marzo del año pasado, intentó una última maniobra para debilitar su persecución y solicitó al Tribunal Oral Federal la “suspensión del juicio a prueba”.
Los jueces también rechazaron la solicitud por considerar que “las violaciones a los derechos humanos” durante la dictadura “resultan de tal gravedad social y trascendencia institucional que no pueden ser objeto del beneficio que se pretende”.
De esta manera, dentro de 20 días, el ex comisario llegará a la sala de audiencias, para ocupar el banquillo de los acusados en el quinto juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, que se tramita en la ciudad de Santa Fe.
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