La represión la vivió en carne propia
Fue secuestrado y torturado en 1977. "Más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas", dijo ayer ante el tribunal. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia de aquellos con los que compartió cautiverio.
Por Sonia Tessa - Desde San Nicolás
José María "Cholo" Budassi dedicó su vida a investigar la represión en San Nicolás y recuperar la memoria de los compañeros desaparecidos. "Estar vivo para contarlo es algo que ha signado mi vida. Hoy, frente al Tribunal, es el momento", dijo ayer en el Concejo Deliberante, donde se realizó la audiencia por crímenes de lesa humanidad cometidos en esta ciudad. Budassi es testigo en la causa Alvira por las desapariciones de María Cristina y Raquel Alvira, Horacio Martínez, Rosa Baronio, Eduardo Reale y María Regina Spotti y al mismo tiempo es querellante en la causa por su propio secuestro, el de su amigo Pablo Leonardo Martínez y la desaparición de Gerardo Cámpora y Carlos Farayi, a la que se conoce como la de los ex alumnos del Colegio Don Bosco. Antes de terminar su testimonio, Budassi planteó su descontento. "Vengo a declarar como testigo en esta causa, pero también declaro como víctima y quiero expresar que todavía no entiendo por qué la causa del colegio Don Bosco no puede estar en este juicio. Por una decisión del juez (federal de San Nicolás, Carlos) Villafuerte Ruso, se desdobló, cuando es evidente por la fecha de los hechos y por los mismos documentos de inteligencia militar que se trata del mismo operativo", planteó. La presidenta del Tribunal Oral Federal número 2, Beatriz Caballero de Baravani, atinó a decirle que se trataba de "cuestiones procesales que no hemos podido evitar".
Después de la audiencia, la abogada de la querella particular, Ana Oberlin, subrayó que el desdoblamiento es una de las tantas decisiones criticables del juez de instrucción. La profesional de Hijos y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación apuntó que en las tres causas de San Nicolás "se llega al juicio oral con muchos menos de los imputados que se podría llegar. Villafuerte Ruso nunca investigó la conexión entre los distintos hechos y sólo dejó acusados a los que no podía obviar". "En la masacre de la calle Juan B. Justo está muy claro, porque había elementos para procesar a muchas otras personas. El juez de instrucción dilató los tiempos, fragmentó las causas, dejó que los acusados permanecieran libres pese a la gravedad de los delitos, y todas esas deficiencias las estamos pagando en el juicio oral", enfatizó la abogada.
En la causa de la masacre se investiga el asesinato de Omar Amestoy, Ana María Fettolini, los niños de 5 y 3 años María Eugenia y Fernando Amestoy y Ana del Carmen Granada. Por ese hecho están acusados el que fuera jefe del Area Militar 132 del Primer Cuerpo de Ejército, Manuel Fernando Saint Amant, el militar retirado Antonio Bossie y el ex jefe de la policía Federal, Jorge Muñoz. En la causa Alvira, en cambio, sólo se juzga a Saint Amant, al igual que en el secuestro de José Emilio Mastroberardino.
A Budassi nadie le contó cómo fue la represión en su ciudad. La vivió en carne propia. El testigo relató su secuestro, el 4 de mayo de 1977, cuando volvía a su casa por calle Almafuerte, manejando la camioneta familiar. Esa noche, lo llevaron a una casa operativa de la patota, cerca de la fábrica Somisa, en el barrio del Golf. Allí lo torturaron. "A veces, más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas, obligarnos a traicionarnos a nosotros mismos y a quienes queríamos", dijo el Cholo. A la mañana siguiente, escuchó que llevaban a ese lugar a otras personas. Sintió voces de mujeres, eran una o dos. Le hicieron lo mismo que él ya había sufrido. "Para alguien que la vivió, es aún más desesperante escuchar que a otro lo torturan", expresó su dolor.
Al día siguiente, el Cholo intentó escaparse. Llegó a saltar por la ventana y correr unos metros, pero lo recapturaron. Lo llevaron a otro sitio. "Estuve en una celda, pedí para ir al baño y nadie me contestaba. En un momento escuché una voz que me decía 'gordo, gordo, ¿sos vos?'. Era María Regina Spotti, una compañera que había sido secuestrada el 21 de abril, a la que conocía de la militancia barrial. Ella le dijo que estaban en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás. Al menos hasta el domingo 8 de mayo de 1977 estuvo allí y, cuando los guardias no controlaban, pudo conversar con María Regina. "Fui la última persona que pudo escucharla con vida. Es un compromiso muy grande", se sinceró Budassi.
Después de mantenerlo al menos tres días en la Brigada de Investigaciones, Budassi volvió a ser trasladado, a un lugar que estaba sobre la ruta 21, en el camino a Villa Constitución. En ese lugar eran "unos cuantos". Advirtió que además del matrimonio que escuchó el primer día, había algunas personas más. Allí permaneció hasta el 24 de mayo, cuando a él y a su amigo Pablo Martínez les fraguaron una detención en la comisaría 1ª de Junín. Supo por un subcomisario que el obispo Ponce de León había pedido por su vida. Budassi continuó detenido hasta la Navidad de 1982. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia, pudo conocer los nombres de las personas con las que compartió cautiverio, que hoy forman parte de la causa Alvira. A partir de 2003, empezó a colaborar con el Equipo Argentino de Antropología Forense y tuvo acceso a un documento de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires que describía claramente la represión en San Nicolás entre enero y julio de 1977. Allí estaban los nombres de todos los militantes desaparecidos en la zona. Budassi aportó hace años ese documento a la causa.
Una maliciosa pregunta del defensor particular de Fernando Saint Amant, Mauricio Bonchini, puso a Budassi en situación de responder a qué se refería cuando habló de "traicionarse a sí mismo y a las personas que quería". En ese momento, Budassi no pudo contener la emoción. "Para mí es muy doloroso responderlo. No sé si puede interpretarlo una persona que no pasó por el secuestro y la tortura", describió el testigo, quien lo puso en primera persona: "Me destruyó cuando me dijeron 'boludo, por qué no lo nombraste a Pablo si lo tenemos adentro desde las 5 de la tarde'. Por lo cual todo el esfuerzo, toda la resistencia que yo hice para no nombrarlo...". En ese momento, Budassi no pudo seguir hablando. El fiscal Juan Murray pidió la palabra. "Se están investigando hechos de los que el señor Budassi ha sido víctima, no la organización a la que pertenecía", puntualizó para impugnar las preguntas revictimizadoras.
Antes de abandonar el recinto, Budassi aclaró que estaba allí como "militante popular que padeció la cárcel y la persecución por razones que hoy son como respirar, que los jóvenes participen en los centros de estudiantes y se comprometan con un mundo mejor es lo que nosotros queríamos". El aplauso de la sala fue el broche de oro de la declaración.
Fue secuestrado y torturado en 1977. "Más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas", dijo ayer ante el tribunal. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia de aquellos con los que compartió cautiverio.
Por Sonia Tessa - Desde San Nicolás
José María "Cholo" Budassi dedicó su vida a investigar la represión en San Nicolás y recuperar la memoria de los compañeros desaparecidos. "Estar vivo para contarlo es algo que ha signado mi vida. Hoy, frente al Tribunal, es el momento", dijo ayer en el Concejo Deliberante, donde se realizó la audiencia por crímenes de lesa humanidad cometidos en esta ciudad. Budassi es testigo en la causa Alvira por las desapariciones de María Cristina y Raquel Alvira, Horacio Martínez, Rosa Baronio, Eduardo Reale y María Regina Spotti y al mismo tiempo es querellante en la causa por su propio secuestro, el de su amigo Pablo Leonardo Martínez y la desaparición de Gerardo Cámpora y Carlos Farayi, a la que se conoce como la de los ex alumnos del Colegio Don Bosco. Antes de terminar su testimonio, Budassi planteó su descontento. "Vengo a declarar como testigo en esta causa, pero también declaro como víctima y quiero expresar que todavía no entiendo por qué la causa del colegio Don Bosco no puede estar en este juicio. Por una decisión del juez (federal de San Nicolás, Carlos) Villafuerte Ruso, se desdobló, cuando es evidente por la fecha de los hechos y por los mismos documentos de inteligencia militar que se trata del mismo operativo", planteó. La presidenta del Tribunal Oral Federal número 2, Beatriz Caballero de Baravani, atinó a decirle que se trataba de "cuestiones procesales que no hemos podido evitar".
Después de la audiencia, la abogada de la querella particular, Ana Oberlin, subrayó que el desdoblamiento es una de las tantas decisiones criticables del juez de instrucción. La profesional de Hijos y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación apuntó que en las tres causas de San Nicolás "se llega al juicio oral con muchos menos de los imputados que se podría llegar. Villafuerte Ruso nunca investigó la conexión entre los distintos hechos y sólo dejó acusados a los que no podía obviar". "En la masacre de la calle Juan B. Justo está muy claro, porque había elementos para procesar a muchas otras personas. El juez de instrucción dilató los tiempos, fragmentó las causas, dejó que los acusados permanecieran libres pese a la gravedad de los delitos, y todas esas deficiencias las estamos pagando en el juicio oral", enfatizó la abogada.
En la causa de la masacre se investiga el asesinato de Omar Amestoy, Ana María Fettolini, los niños de 5 y 3 años María Eugenia y Fernando Amestoy y Ana del Carmen Granada. Por ese hecho están acusados el que fuera jefe del Area Militar 132 del Primer Cuerpo de Ejército, Manuel Fernando Saint Amant, el militar retirado Antonio Bossie y el ex jefe de la policía Federal, Jorge Muñoz. En la causa Alvira, en cambio, sólo se juzga a Saint Amant, al igual que en el secuestro de José Emilio Mastroberardino.
A Budassi nadie le contó cómo fue la represión en su ciudad. La vivió en carne propia. El testigo relató su secuestro, el 4 de mayo de 1977, cuando volvía a su casa por calle Almafuerte, manejando la camioneta familiar. Esa noche, lo llevaron a una casa operativa de la patota, cerca de la fábrica Somisa, en el barrio del Golf. Allí lo torturaron. "A veces, más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas, obligarnos a traicionarnos a nosotros mismos y a quienes queríamos", dijo el Cholo. A la mañana siguiente, escuchó que llevaban a ese lugar a otras personas. Sintió voces de mujeres, eran una o dos. Le hicieron lo mismo que él ya había sufrido. "Para alguien que la vivió, es aún más desesperante escuchar que a otro lo torturan", expresó su dolor.
Al día siguiente, el Cholo intentó escaparse. Llegó a saltar por la ventana y correr unos metros, pero lo recapturaron. Lo llevaron a otro sitio. "Estuve en una celda, pedí para ir al baño y nadie me contestaba. En un momento escuché una voz que me decía 'gordo, gordo, ¿sos vos?'. Era María Regina Spotti, una compañera que había sido secuestrada el 21 de abril, a la que conocía de la militancia barrial. Ella le dijo que estaban en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás. Al menos hasta el domingo 8 de mayo de 1977 estuvo allí y, cuando los guardias no controlaban, pudo conversar con María Regina. "Fui la última persona que pudo escucharla con vida. Es un compromiso muy grande", se sinceró Budassi.
Después de mantenerlo al menos tres días en la Brigada de Investigaciones, Budassi volvió a ser trasladado, a un lugar que estaba sobre la ruta 21, en el camino a Villa Constitución. En ese lugar eran "unos cuantos". Advirtió que además del matrimonio que escuchó el primer día, había algunas personas más. Allí permaneció hasta el 24 de mayo, cuando a él y a su amigo Pablo Martínez les fraguaron una detención en la comisaría 1ª de Junín. Supo por un subcomisario que el obispo Ponce de León había pedido por su vida. Budassi continuó detenido hasta la Navidad de 1982. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia, pudo conocer los nombres de las personas con las que compartió cautiverio, que hoy forman parte de la causa Alvira. A partir de 2003, empezó a colaborar con el Equipo Argentino de Antropología Forense y tuvo acceso a un documento de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires que describía claramente la represión en San Nicolás entre enero y julio de 1977. Allí estaban los nombres de todos los militantes desaparecidos en la zona. Budassi aportó hace años ese documento a la causa.
Una maliciosa pregunta del defensor particular de Fernando Saint Amant, Mauricio Bonchini, puso a Budassi en situación de responder a qué se refería cuando habló de "traicionarse a sí mismo y a las personas que quería". En ese momento, Budassi no pudo contener la emoción. "Para mí es muy doloroso responderlo. No sé si puede interpretarlo una persona que no pasó por el secuestro y la tortura", describió el testigo, quien lo puso en primera persona: "Me destruyó cuando me dijeron 'boludo, por qué no lo nombraste a Pablo si lo tenemos adentro desde las 5 de la tarde'. Por lo cual todo el esfuerzo, toda la resistencia que yo hice para no nombrarlo...". En ese momento, Budassi no pudo seguir hablando. El fiscal Juan Murray pidió la palabra. "Se están investigando hechos de los que el señor Budassi ha sido víctima, no la organización a la que pertenecía", puntualizó para impugnar las preguntas revictimizadoras.
Antes de abandonar el recinto, Budassi aclaró que estaba allí como "militante popular que padeció la cárcel y la persecución por razones que hoy son como respirar, que los jóvenes participen en los centros de estudiantes y se comprometan con un mundo mejor es lo que nosotros queríamos". El aplauso de la sala fue el broche de oro de la declaración.
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