Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

martes, 27 de octubre de 2009

Sobre víctimas y testigos

Dos sobrevivientes supieron por dichos de un carcelero de Córdoba que todos los cautivos de la Quinta de Funes habían sido fusilados.
Por Sonia Tessa

Eduardo José Toniolli fue secuestrado el 9 de febrero de 1977 en Córdoba, y estuvo cautivo entre uno y dos meses en La Perla, donde otros prisioneros lo vieron, escucharon los tormentos que sufrió y conversaron con él. El juicio oral a represores de Rosario continuó ayer con las declaraciones de Teresa Meschiatti y Héctor Kunzmann, dos testigos que compartieron cautiverio en Córdoba con Toniolli, uno de los prisioneros de la Quinta de Funes que continúa desaparecido. Los dos sobrevivientes supieron por dichos de Vega, carcelero del centro clandestino de detención de Córdoba que todos los cautivos de la Quinta de Funes habían sido fusilados.

Kunzmann conocía de antes de caer al "cabezón", como le decían a Toniolli. Secuestrado en diciembre de 1976, en febrero del año siguiente vio llegar a su compañero a La Perla y, como al principio los prisioneros permanecían aislados, recién varios días después tuvo contacto con él. Pero antes de verlo, escuchó los gritos de dolor de Toniolli durante la terrible golpiza a garrotazos que recibió por muchas horas, un tiempo tan largo que estima alcanzó un día. "Se conoce como la peor garroteadura que sufrió una persona durante los dos años que estuvimos ahí", relató el sobreviviente. Los torturadores fueron el militar H.D. Diaz y el civil Chuy López. El primero está condenado y el segundo es juzgado en Córdoba.

Unos días después de esa golpiza, Toniolli fue llevado con el resto de los prisioneros. "Por los relatos posteriores de él supimos que durante todas las horas que estuvieron pegándole, no le permitieron apoyarse en la pared o en el piso. Yo no sé cómo pudo sobrevivir. Creo que fue porque Eduardo era joven, de una contextura muy fuerte. Tenía uno o dos agujeros en la cabeza y estaba todo morado", señaló Kunzmann.

La primera testigo del día fue Meschiatti, que estuvo secuestrada desde el 25 de septiembre de 1976 hasta el 28 de diciembre de 1978 en La Perla. Allí conoció a Toniolli. Recordó que el militante era "alto, delgado, siempre se ponía las manos en los bolsillos, era muy alegre". Meschiatti compartió casi dos meses de privación ilegal de la libertad en la cuadra, un espacio de 10 metros por 50, donde estaban alojados todos los prisioneros.

En abril, Toniolli fue trasladado a Rosario. Pero en septiembre volvió por pocos días al centro clandestino de detención de Córdoba. Meschiatti determinó con precisión que fue el 24 de septiembre de 1977. Recordó el día porque fue la víspera del primer aniversario de su secuestro. En esa oportunidad llegó con una chica, que después se pudo establecer era "Lucy", Stella Hillbrand de Del Rosso. Toniolli estuvo con ellos en la cuadra, y les contó sobre el lugar en el que estaba en Rosario.

Entonces, Toniolli contó a sus antiguos compañeros de cautiverio que se encontraba en una casa quinta con mucho terreno en las afueras de Rosario, donde podían jugar al fútbol y al tenis. También les dijo que el general Leopoldo Galtieri había ido varias veces a fiscalizar el lugar. Les comentó que alguien de su familia había podido verlo en un auto, rodeado de militares, y eso le daba expectativas de ser legalizado.

Por el contrario, en los primeros meses de 1978, los cautivos de La Perla supieron que todos los cautivos de la Quinta de Funes habían sido fusilados, tras la operación México como represalia por la fuga de Tucho Valenzuela. "Supimos también que el responsable de La Perla, el capitán Acosta, había pedido a Toniolli, porque había sido secuestrado en su jurisdicción, pero el Ejército rosarino se lo negó", indicó la testigo. Cuando la querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Ana María Figueroa, le repreguntó sobre el acceso a este dato, Meschiatti recordó que se interesaban por el destino de Toniolli. "Queríamos saber qué había pasado con él porque era macanudo", indicó.

En esos días de septiembre, Kunzmann, que es entrerriano, habló a solas con Toniolli, dada la amistad que los unía. Le preguntó especialmente por dos diamantinos que habían militado con él en Paraná, antes del golpe. Así supo que Oscar Capella y Miguel Angel Tosetti estaban en el mismo lugar de cautiverio, junto a sus compañeras. El militante rosarino también le mencionó a un bebé, aunque el sobreviviente no recordó de quién era hijo. Toniolli también contó que había otras parejas en su lugar de cautiverio.

Además de los dos valiosos testimonios, la jornada estuvo marcada por una controversia entre la fiscal Mabel Colalongo y el presidente del Tribunal, respecto del tenor de las preguntas del defensor de Juan Daniel Amelong, Héctor Galarza Azzoni .

Inspeccionaron dos propiedades

El Tribunal Oral Federal que juzga a los represores santafesinos inspeccionó ayer dos propiedades a la vera de la ruta 19, en la búsqueda de centros clandestinos de detención. Primero, una quinta que pertenece a parientes lejanos del ex juez federal de la dictadura, Fernando Mántaras y luego lo que queda del viejo casco de la estancia "La Matilde". Pero sólo uno de los testigos que participaron del acto, el abogado Jorge Pedraza dijo que la ubicación de "La Matilde" podía ser "compatible" con el lugar donde fue torturado en 1975. Los demás testigos no reconocieron ninguna de las dos casas, lo que se entiende porque fueron secuestrados en marzo de 1977. "Esto significa que 'La casita' como las víctimas llamaban al centro clandestino no era una sola sino varias y operaron en distintas etapas de la dictadura", señaló el abogado querellante Horacio Coutaz.

La inspección de las casas había sido ofrecida incluso por la defensa de los imputados. Pero el hecho de que la mayoría de los testigos no las haya reconocido no pesa en el juicio, interpretó Coutaz. "La búsqueda de los centros clandestinos tiene valor para la superación de la verdad histórica, pero como prueba del juicio, encontrarlos o no encontrarlos, no tiene mayor valor jurídico y probatorio porque la privación ilegal de la libertad y los tormentos tienen la misma estructura típica del delito se hagan en 'La Casita' o en el medio de una calle", explicó.

Pedraza participó en la inspección de "La Matilde" y dejó constancia en el acta que "la ubicación del inmueble resulta compatible con el lugar donde yo sufrí tormentos la madrugada que va del 12 al 13 de noviembre de 1975, cuando me traen tabicado, encapuchado, en el piso del asiento de atrás de un Renault 6 blanco, junto con la docente María Cristina Boidi", dijo a Rosario/12.

"Estos datos los saco por la distancia que existe desde el cruce ferroviario de la ruta 19 hasta el viejo casco de estancia, donde hoy funciona un club nocturno. "Yo viví diez años en Santo Tomé, del '60 al' 70, entonces de alguna manera (cuando lo traían secuestrado a bordo del Renaul) trataba de concentrarme en la ruta que seguía el auto", explicó Pedraza.


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