Sabrina dijo en el juicio a los represores en Rosario que "las personas responsables de los hechos que aquí se investigan, también lo son por la desaparición" de su mellizo. También dio su testimonio otro hermano, Sebastián Alvarez.
Por Sonia Tessa
Sabrina Gullino es hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, que estuvieron secuestrados en la Quinta de Funes y están desaparecidos. Adoptada de buena fe y de manera legal, las sospechas surgidas de su fecha de nacimiento siempre "quedaron pendientes". El año pasado, en noviembre, supo quién era. El relato de la recuperación de su identidad ayer ante el Tribunal Oral Federal número 1 fue conmovedor, y cerró con una apelación muy directa: "Quería pedirles a ustedes, a la Justicia, que encuentren a mi hermano mellizo. Porque él sigue estando desaparecido. Y las personas responsables de los hechos que aquí se investigan, también lo son por su desaparición". Sabrina nació en el hospital Militar de Paraná, adonde su madre fue llevada para dar a luz, estando secuestrada. "La fecha de nacimiento no la sé", dijo cuando la presidenta del Tribunal, Beatriz Barabani, le preguntó sus datos. "Algunos testimonios calculan que nací entre el 3 y el 4 de marzo de 1978", agregó la joven.
Ayer testimoniaron tres hijos de desaparecidos en el juicio a represores: Sabrina y su hermano Sebastián Alvarez, hijo de Negro con Marcelino Alvarez, declararon por la mañana. Cuando ellos entraron a la sala de Audiencias, el público se puso de pie. Y cuando Sabrina terminó de dar testimonio, fue ovacionada al grito de "Compañeros desaparecidos, presentes". Por la tarde lo hizo Pablo del Rosso, hijo de Stella Hillbrand, que también pasó por el centro clandestino de detención Quinta de Funes y continúa desaparecida.
La trama que permitió saber dónde habían nacido los mellizos de Raquel Negro terminó de conocerse por la declaración de Eduardo "Tucu" Costanzo, quien dijo en una nota realizada por José Maggi en Rosario/12 que la melliza había sido llevada en auto por Amelong y Pagano a un convento de Rosario. Cuando leyó la nota, la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo (y también querellante en la causa Guerrieri como abogada de Hijos), Ana Claudia Oberlin, presentó un escrito ante la Justicia Federal de Paraná para indicar que ese lugar podría ser el Hogar del Huérfano de Rosario. Esa fue una pista fundamental.
Según Costanzo, el mellizo varón nació muerto, pero los testimonios de enfermeros indicaron que había nacido vivo, con problemas cardiorrespiratorios. "Para los Valenzuela (los hermanos de Tulio), está vivo. Y eso impulsa a buscarlo", dijo Sabrina ante el Tribunal. Su hermano Sebastián -que declaró primero había contado que las enfermeras pudieron ver a los mellizos, pero no así a su madre, que estaba encapuchada.
En la clínica, las enfermeras les pusieron Soledad a la niña y Facundo al niño. Los bebes estuvieron sin asistencia durante toda la noche. "No sé qué hubiera pasado si nos hubieran atendido", se preguntó ayer la joven. A la mañana siguiente fueron derivados a una clínica de neonatología, donde su hermano fue ingresado como NN. No se sabe si allí falleció. Aunque Sabrina dijo haber tenido tres nombres durante su vida, en realidad tuvo cuatro. El primero fue el que pensaron para ella sus padres, Tulio y Raquel, que no conoce. En el hospital le pusieron Soledad. Luego, en el hogar del Huérfano de Rosario -adonde apareció abandonada la nombraron Andrea. Y sus padres adoptivos la llamaron del modo que conoció toda su vida.
La joven fue meticulosa en su relato, al que dividió en dos partes. Por un lado, habló de sus padres adoptivos, Raúl Gullino y Susana Scola, quienes le contaron desde que era chiquita su condición de adoptada. "Cuando fui a la Facultad y comencé a conocer la historia empecé a dudar un poco, por la fecha de mi nacimiento, si sería hija de desaparecidos. Pero no había nada oscuro en mi adopción. Cuando preguntaba quién había sido el abogado, mi papá me lo decía. Ellos no tenían vinculación con militares ni con gente de poder, así que fueron pasando los años y eso quedó pendiente", relató la joven, quien confesó: "A veces me pregunto por qué demoré tanto en hacerme el ADN".
El año pasado se fue a vivir sola. "Decidí sacarme el pasaporte y hacerme el ADN", siguió. Recurrió a un amigo que la contactó con el representante de Abuelas de Plaza de Mayo en Rosario, y concertó una entrevista para la semana siguiente. Pero ese domingo, Sabrina viajó a Ramallo a visitar a sus padres. Cuando estaba allí, llegó un oficial de justicia que entregó una citación al Juzgado Federal de Paraná en el marco de la causa Trimarco (el nombre del interventor militar de Entre Ríos durante la dictadura). La invadió la incertidumbre. Cuando supo que podía tratarse de narcotráfico o desaparición de personas, recurrió a su sentido del humor. "Papá, no habrás vendido merca", le dijo. Luego, buscó en Internet y supo de qué se trataba la causa Trimarco. Desde ese momento, comenzaron las preguntas a sus padres. Ellos aseguraban que la adopción era legal. "Si me dicen la verdad ahora, los voy a acompañar, pero si me entero por el juez, no les voy a hablar nunca más", dijo Sabrina.
Los Gullino fueron a Paraná a presentarse ante la jueza Myriam Galizzi el martes siguiente. Antes de partir, le contaron a la niña que ella había sido abandonada en el hogar del huérfano, y que tenía 40 días -según los cálculos del pediatra cuando el juez de Menores de Rosario se las entregó. Por eso, ellos calcularon que había nacido el 29 de febrero, y decidieron anotarla el 27 de ese mes. Nunca le habían dicho que había sido abandonada para protegerla. Le aclararon también que jamás sospecharon que fuera hija de desaparecidos ya que pensaban que esos bebés se entregaban a través de militares.
Así llegaron al Juzgado. El padre llevaba el expediente de adopción legal en la mano. Tanto el personal del Juzgado como los abogados estaban conmovidos ante la posible presencia de la niña que tanto habían buscado. En la audiencia de ayer, Sabrina agradeció el testimonio de las enfermeras, tanto como la actitud del personal del juzgado y la jueza de Paraná. El ADN confirmó que ella era la beba que había nacido en el hospital Militar.
Su hermano, Sebastián Alvarez, fue el encargado de relatar que había sido secuestrado junto a su madre, Raquel Negro y a Tulio Valenzuela el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata. Luego fue recuperado por sus abuelos. Sebastián buscó durante años a sus hermanos. Cuando supo que Negro había dado a luz en Paraná, decidió querellar allí. Recién a fines de 2008 pudo reencontrarse con Sabrina. "Es muy fuerte que mis abuelos no puedan estar acá, que no hayan conocido a Sabrina, que la Justicia haya tardado tanto tiempo", dijo el joven, que tenía un año y medio cuando fue secuestrado junto a su madre.
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