Tres mujeres declararon en la tarde de ayer como víctimas del terrorismo de estado, en el marco de la causa Guerrieri, que se lleva adelante ante el Tribunal Oral Federal Nº 1. Las hermanas Graciela y Susana Zitta, y María Amelia González, compañera del desaparecido Ernesto Traverso, que conmovió con una frase a la sala de audiencias. "Nos llevaron del departamento de bulevar Oroño 1567, unos 15 hombres con uniforme militar. En la habitación de arriba estaban nuestros hijos: un bebé de 10 meses y una nena de dos años y medio, por los que pedíamos desesperados. 'Quédese tranquila señora, vamos a dejar la puerta sin llave para que los chicos no se mueran electrocutados o de hambre, como suele pasar'", le confió uno sus captores.
El matrimonio González-Traverso fue llevado desde el departamento 4 de Oroño 1567 el 26 de febrero de 1977, en el baúl de un auto Renault 12 blanco, sobre el que estuvieron unos 50 minutos antes de llegar a una casa de campo. "Como se me cayó la venda, cuando abrieron para sacarme, me pegaron un puñetazo en el estómago", recuerda. Allí fue alojada en un pieza de "cinco metros por cinco, con techo de zinc, piso de cemento sobre el que había una colchoneta". Esa misma noche escuchó los gritos de la tortura de Ernesto.
Así estuvo 14 días, pero al tercer día de cautiverio llegó quien sería su compañera de encierro: María Luisa Rubinelli. "Como su compañero dijo que estaba embarazada, para que no la torturaran teníamos que seguir con esa historia, así que cuando menstruó, pedí elementos de higiene como si fueran para mí. Pero al final tuvo pérdidas y un médico joven que llamaban Alejandro, la llevó a un altillo y le hizo un raspaje".
En los catorce días de cautiverio, María Amelia aseguró que la interrogaron dos veces, siempre sobre las actividades de su esposo. También apuntó que "el que estaba al mando era Sebastián, y cuando no estaban los oficiales jóvenes cometían fechorías con las mujeres. Ponían música y nos hacían bailar, en un jugo de denigración hacia nosotras", recordó. Finalmente la liberaron pero cuando preguntó por su esposo le contestaron: "El se queda con nosotros un día, un mes o un año".
Cuando salió se enteró que la noche de su secuestro, su hija de dos años había salido hasta la puerta de calle, donde la encontró una vecina, que se hizo cargo. Luego llamó a la familia Gonzalez a Corrientes, quienes vinieron de inmediato.
Entre sus captores, González pudo señalar a "Mario, quien tenía tonada chaqueña o formoseña, y a dos hermanos, uno de los cuales era muy violento". También indicó que la cocinera del lugar era María, una identificación más que extendida para quienes estuvieron en La Calamita. Entre los horrores recuerda, que "varias veces se cortó la energía eléctrica por el alto consumo de la picana, por lo cual el grupo de tareas ponía en funcionamiento sus vehículos para generar energía y así seguir con las torturas".
Más temprano las hermanas Zitta recordaron su secuestro junto a su madre, tras lo cual fueron mantenidas en cautiverio en La Calamita. Susana y a madre, estuvieron un par de días pero Graciela estuvo más de una semana.
Pero un dato ineludible de la jornada fue la petición de la defensora oficial de Oscar Pascual Guerrieri, Mariana Grasso, quien pidió incorporar al expediente judicial dos notas periodísticas: una del diario La Capital ilustrada con una foto de Juan Daniel Amelong con su ya repudiada vincha con la leyenda "Legalidad". La otra nota es la del mensuario El Eslabón, que ilustró su última portada con las fotos de los cinco procesados -Guerrieri, Amelong, Fariña, Pagano y Costanzo- con un título contundente: "Hijos de puta". "No estoy de acuerdo en cómo la prensa presenta este juicio", alcanzó a explicar Grasso mientras el tribunal recibía el rechazo de la fiscal Mabel Colalongo quien se opuso a la aceptación de la medida.
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