Marcha por Silvia Suppo ¡Esclarecimiento y Justicia!

martes, 9 de noviembre de 2010

"Lofiego era un forajido"


 Por Sonia Tessa

Oscar Bustos, Irma Justa de Canteloro y Ana Esther Fernández fueron los tres testigos que declararon ayer a la mañana en la causa Díaz Bessone. Bustos acusó a Ricardo Chomicky de haber participado en su detención y torturas, en septiembre de 1976. En su indagatoria, el imputado había afirmado que lo secuestraron el 1º de diciembre de 1976. Canteloro, de 82 años, relató su secuestro y posterior detención, porque la patota de Feced consideraba que ella "guardaba" a su yerno, Eduardo Alberto Britos, hoy desaparecido. Esta testigo se refirió a las preguntas intimidantes que su defensora oficial, Laura Inés Cosidoy, le hacía "muy dulcemente", pero siempre acusándola de "saber lo que había pasado". A Fernández la tuvieron más de un año en el sótano del Servicio de Informaciones. Las dos mujeres identificaron sin hesitar a José Rubén Lofiego, como quien comandó sus torturas y privaciones ilegales de la libertad.

Bustos fue secuestrado a mediados de septiembre de 1976, después de 10 allanamientos en su casa de Bella Vista. Se llevaron también a su madre y su padre. Buscaban a su hermano y a un medio hermano. Posteriormente, su hermano Pedro Raúl fue asesinado y Pablo Alejandro fue secuestrado en Campana. Continúa desaparecido. A Oscar lo levantaron en la calle. Lo trasladaron a la comisaría 7ª, donde empezaron a pegarle. En el traslado desde la seccional hasta el Servicio de Informaciones, Bustos identificó con horror, entre los miembros de la patota, a Chomicky, que había sido amigo y compañero de militancia de su hermano. En el SI fue torturado por el propio Chomicky, que le preguntó por el paradero de Pepo (Pedro). También Nilda Folch, novia de Chomicky, participó de los tormentos. Bustos pudo reconocer a la pareja en otro centro clandestino de detención, La Calamita, de Granadero Baigorria, adonde fue llevado dos meses después de su secuestro. Apenas se sentó el testigo, Chomicky comenzó a escribir en un cuaderno, y a intercambiar opiniones con su abogado defensor.

Entre sollozos, Bustos le dijo al Tribunal Oral Federal número 2: "Este es un peso que tengo hace 34 años, que me lo quiero sacar". Contó los brutales golpes y torturas que recibió, así como las secuelas que le provocaron los tormentos. El testimonio de Bustos tuvo una particularidad: ubicó a Chomicky operando junto a la patota de Feced antes de su declarado secuestro. "El sabe muy bien cuándo me vio", respondió ante la insistencia del defensor de Chomicky. Cuando le pidieron que precisara desde cuándo el imputado frecuentaba su casa, Bustos afirmó: "Ojalá estuviera mi hermano, para decir exactamente cuándo lo conoció". El testigo subrayó que su madre "quería como un hijo" a Chomicky, quien fue "como uno más" de su familia. Bustos contó que ocho meses después de su secuestro fue liberado, como así también su padre y su madre. En marzo de 1977 les dieron el cadáver de Pedro, que había sido masacrado.

La última testigo de la mañana fue Canteloro, de 82 años. Antes y después del golpe militar, la mujer sufrió dos allanamientos en su casa. En el primero, del cual no pudo precisar la fecha, la despojaron de todas sus pertenencias y la llevaron detenida por 48 horas junto a sus dos hijas, Dalia y Gloria. La mujer se mudó a otra casa. El 14 de septiembre de 1976, la patota buscaba a su yerno y volvió a allanar su domicilio. A Irma la secuestraron, la llevaron al Servicio de Informaciones. Primero la tuvieron en la parte de arriba, donde estaba la sala de torturas. Allí la interrogó Raúl Guzmán Alfaro, quien la amenazó con un revolver y un cuchillo. La mujer -entonces de 48 años se descompuso. Cuando reaccionó estaba en un pasillo, donde encontró "todos muchachos, vendados". Reconoció a José Berra, y escuchó nombrar a José Aloisio. "Sentí gritos, lamentos, evidentemente les estaban pegando, torturando, azotando", dijo la mujer. Irma estuvo unos meses en el Servicio de Informaciones, fue llevada a la Alcaidía y luego a la cárcel de Devoto. Al salir, en 1978, luego de algunas intimidaciones, se fue del país. La señora dijo que Lofiego comandó "la banda de forajidos" que allanó su casa.

Por su parte, Fernández fue la primera testigo de la mañana. Fue secuestrada en agosto de 1976. Primero estuvo en la parte superior del SI, donde fue torturada durante dos noches, bajo dirección del Ciego. Posteriormente, pudo verle la cara cuando la mantuvieron detenida en el sótano. "Me llamaba para interrogarme. La tortura era verlo a él", dijo la testigo. También lo vio cuando la trasladaron al hospital Centenario, con un principio de enfisema. Lofiego llegaba a la sala con una bata de médico.

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