Por Sonia Tessa
Desde la Embajada Argentina en Madrid, por videoconferencia, Pablo Leonardo Martínez declaró ayer en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en San Nicolás. Martínez recordó su secuestro, el 4 de mayo de 1977, cuando estaba tomando el ómnibus en el barrio número 2 de Somisa. "Dos personas me interceptaron, una de ellas con algo en la mano, y me dijeron: 'quedate quieto o te quemo'. Me arrojaron a un vehículo y me llevaron a una casa donde fui sometido a torturas", contó. Allí estuvo dos días, y después de las torturas lo llevaron a una habitación donde había otras personas, entre las que recordó a las hermanas María Cristina y Raquel Alvira y a Horacio Martínez, esposo de la primera. En 1984, cuando declaró ante la Conadep, también había mencionado a Coca (Rosa Baronio) y Polo (Eduardo Reale), pero ayer le costó rememorarlo. Cuando el fiscal Juan Murray le leyó lo que había dicho entonces, Martínez fue contundente: "Lo que declaré en ese momento es estrictamente cierto. Había transcurrido mucho menos tiempo, tenía los recuerdos mucho más claros y había tenido mucho tiempo para pensar". Pablo estuvo seis años presos. Antes, había dejado claro lo que significa para los sobrevivientes del terrorismo de estado declarar después de 35 años. "Hay cosas que recuerdo y otras que he querido olvidar", expresó.
Por la desaparición de las hermanas Alvira, Horacio Martínez, Baronio, Reale y María Regina Spotti está acusado Manuel Fernando Saint Amant, que fue jefe del Area 132 del Ejército, y como tal comandó la represión ilegal en el norte de la provincia de Buenos Aires. Pablo Martínez escuchó, en el tercer sitio de su detención ilegal, que uno de sus captores le decía a un compañero: "Ahí viene Saint Amant". Luego, siempre vendado, sintió que le mostraban a alguien su estado físico, en una especie de inspección.
El testigo contó que durante su privación ilegítima de la libertad lo tuvieron en tres sitios diferentes: el primero era una casa. Allí lo torturaron, primero a él y luego siguieron con José María Budassi, que era su compañero de colegio y fue secuestrado tres horas después, también en la calle. En el mismo lugar pudo intercambiar unas palabras con Gerardo Cámpora, que también había estudiado con él. Cámpora continúa desaparecido, y su caso es parte de la causa de los ex alumnos del colegio Don Bosco de San Nicolás, en el que Budassi es querellante.
El segundo lugar de secuestro fue la Unidad 3 de San Nicolás, donde permaneció 10 días. El traslado fue con Cámpora, las Alvira y Martínez. Mientras Cámpora fue llevado con él a la cárcel, a las otras tres personas las bajaron en la comisaría de San Nicolás. A Cámpora volvieron a trasladarlo, y no supo más de él. Después de diez días en una condición absolutamente irregular en la cárcel -"las autoridades tenían que saber que yo estaba ahí"-, Pablo Martínez fue llevado a otra casa, cerca de la fábrica Protto, en el camino a Villa Constitución. Allí volvieron a torturarlo, y escuchó nuevamente que Horacio Martínez estaba allí, cautivo como él.
Finalmente, en un procedimiento irregular, él y Budassi fueron dejados en un descampado, los obligaron a subir a un auto, y fraguaron una detención por llevar "elementos subversivos", que derivó en su blanqueo en la comisaría de Junín. Pablo permaneció seis años detenido, y al salir de la cárcel reconstruyó quiénes fueron sus compañeros de cautiverio. Ayer, después de 35 años, lo ratificó en un juicio oral y público.
También declaró ayer el perito médico de la Cámara Federal de Paraná, Armando González, que participó de la inhumación de los restos de Omar Amestoy y Ana María Fettolini, en el cementerio de Nogoya, en 2011. El matrimonio fue asesinado en la masacre de la calle Juan B. Justo, el 19 de noviembre de 1976, junto a Ana María Granada, y los niños Fernando y María Eugenia Amestoy, de tres y cinco años. El único sobreviviente de esa masacre, Manuel Goncalves Granada, es querellante en la causa. Por esa masacre están procesados, además de Saint Amant, el ex militar Antonio Bossie y el ex jefe de la policía Federal de San Nicolás, Jorge Muñoz.
Desde la Embajada Argentina en Madrid, por videoconferencia, Pablo Leonardo Martínez declaró ayer en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en San Nicolás. Martínez recordó su secuestro, el 4 de mayo de 1977, cuando estaba tomando el ómnibus en el barrio número 2 de Somisa. "Dos personas me interceptaron, una de ellas con algo en la mano, y me dijeron: 'quedate quieto o te quemo'. Me arrojaron a un vehículo y me llevaron a una casa donde fui sometido a torturas", contó. Allí estuvo dos días, y después de las torturas lo llevaron a una habitación donde había otras personas, entre las que recordó a las hermanas María Cristina y Raquel Alvira y a Horacio Martínez, esposo de la primera. En 1984, cuando declaró ante la Conadep, también había mencionado a Coca (Rosa Baronio) y Polo (Eduardo Reale), pero ayer le costó rememorarlo. Cuando el fiscal Juan Murray le leyó lo que había dicho entonces, Martínez fue contundente: "Lo que declaré en ese momento es estrictamente cierto. Había transcurrido mucho menos tiempo, tenía los recuerdos mucho más claros y había tenido mucho tiempo para pensar". Pablo estuvo seis años presos. Antes, había dejado claro lo que significa para los sobrevivientes del terrorismo de estado declarar después de 35 años. "Hay cosas que recuerdo y otras que he querido olvidar", expresó.
Por la desaparición de las hermanas Alvira, Horacio Martínez, Baronio, Reale y María Regina Spotti está acusado Manuel Fernando Saint Amant, que fue jefe del Area 132 del Ejército, y como tal comandó la represión ilegal en el norte de la provincia de Buenos Aires. Pablo Martínez escuchó, en el tercer sitio de su detención ilegal, que uno de sus captores le decía a un compañero: "Ahí viene Saint Amant". Luego, siempre vendado, sintió que le mostraban a alguien su estado físico, en una especie de inspección.
El testigo contó que durante su privación ilegítima de la libertad lo tuvieron en tres sitios diferentes: el primero era una casa. Allí lo torturaron, primero a él y luego siguieron con José María Budassi, que era su compañero de colegio y fue secuestrado tres horas después, también en la calle. En el mismo lugar pudo intercambiar unas palabras con Gerardo Cámpora, que también había estudiado con él. Cámpora continúa desaparecido, y su caso es parte de la causa de los ex alumnos del colegio Don Bosco de San Nicolás, en el que Budassi es querellante.
El segundo lugar de secuestro fue la Unidad 3 de San Nicolás, donde permaneció 10 días. El traslado fue con Cámpora, las Alvira y Martínez. Mientras Cámpora fue llevado con él a la cárcel, a las otras tres personas las bajaron en la comisaría de San Nicolás. A Cámpora volvieron a trasladarlo, y no supo más de él. Después de diez días en una condición absolutamente irregular en la cárcel -"las autoridades tenían que saber que yo estaba ahí"-, Pablo Martínez fue llevado a otra casa, cerca de la fábrica Protto, en el camino a Villa Constitución. Allí volvieron a torturarlo, y escuchó nuevamente que Horacio Martínez estaba allí, cautivo como él.
Finalmente, en un procedimiento irregular, él y Budassi fueron dejados en un descampado, los obligaron a subir a un auto, y fraguaron una detención por llevar "elementos subversivos", que derivó en su blanqueo en la comisaría de Junín. Pablo permaneció seis años detenido, y al salir de la cárcel reconstruyó quiénes fueron sus compañeros de cautiverio. Ayer, después de 35 años, lo ratificó en un juicio oral y público.
También declaró ayer el perito médico de la Cámara Federal de Paraná, Armando González, que participó de la inhumación de los restos de Omar Amestoy y Ana María Fettolini, en el cementerio de Nogoya, en 2011. El matrimonio fue asesinado en la masacre de la calle Juan B. Justo, el 19 de noviembre de 1976, junto a Ana María Granada, y los niños Fernando y María Eugenia Amestoy, de tres y cinco años. El único sobreviviente de esa masacre, Manuel Goncalves Granada, es querellante en la causa. Por esa masacre están procesados, además de Saint Amant, el ex militar Antonio Bossie y el ex jefe de la policía Federal de San Nicolás, Jorge Muñoz.
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