Primera audiencia del juicio a Sambuelli y a otros seis represores de Reconquista.
Ayer se leyó el caso de Griselda Pratto, violada y secuestrada a los 16 años. Todos están acusados por "privación ilegítima de la libertad" y "tormentos agravados" entre diez y cuarenta casos. El juicio se extenderá hasta abril próximo.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Griselda Pratto no era militante política en febrero de 1977. Tenía 16 años cuando un grupo de tareas la secuestró en la casa de su hermana Luisa, en Reconquista. Eran las tres de la madrugada. La llevaron hasta la III Brigada Aérea, un centro clandestino de detención, donde cumplió los 17. Estuvo cautiva más de un mes, como rehén de la dictadura y sometida a la esclavitud sexual de la patota. Ella identificó a sus violadores, entre ellos a Danilo Sambuelli, entonces capitán y jefe de Inteligencia de la Base Aérea y hoy comodoro retirado. "Sambuelli me dijo que él tenía el poder, que podía hacer conmigo lo que quería", dijo Griselda. El suplicio y la amenaza se escucharon ayer en la lectura de la acusación fiscal, en la primera audiencia del juicio a Sambuelli y a otros seis represores de Reconquista, entre ellos su camarada de la Fuerza Aérea, Jorge Alberto Benítez, que operó como interventor de la Unidad Regional 9 de Policía. Se trata del décimo juicio en Santa Fe, pero el primero en la provincia y -el segundo en el país que juzgará los abusos sexuales y violaciones en centros clandestinos como delitos de lesa humanidad y parte del plan sistemático de la represión. Los otros cinco imputados son policías de Reconquista que integraron el grupo de tareas: Carlos Nickisch (que era el jefe de Informaciones, el tristemente célebre D2), Arnaldo Neuman, Rubén Molina, Horacio Machuca y Eduardo Luque. Todos, están acusados por "privación ilegítima de la libertad" y "tormentos agravados" entre diez y cuarenta casos, pero cuatro de ellos: Sambuelli, Nickisch, Molina y Machuca, deberán responder también por el delito de violación a Griselda y Luisa Pratto.
El Tribunal Oral de Santa Fe (integrado por los jueces José María Escobar Cello, María Ivón Vella y su colega de Rosario, Otmar Paulucci) ya citó a declarar a más de cuarenta víctimas, entre ellas el ex intendente de Reconquista y ex senador de la provincia, Héctor Ocampo. Lo que significa que las audiencias se extenderán posiblemente hasta abril del año que viene.
Ayer, arrancó el debate con la lectura del requerimiento de elevación a juicio del Ministerio Público y de la querella. Hoy, a las 10, comenzarán las indagatorias de los acusados, que continuarán en las próximas dos semanas. Y las primeras testimoniales se escucharán el 4 de diciembre.
La acusación fiscal relató el martirio de las cuarenta víctimas. El clima de la sala pareció cambiar con el caso 33, el de Griselda Pratto. El secuestro fue el 5 de febrero de 1977, a las 3.15, en la casa de su hermana Luisa, que estaba embarazada. Ella había ido a visitarla. "Patearon la puerta, la rompieron", dijo Griselda cuando declaró en la causa. Uno de los secuestradores era Nickisch. "Le pegaron una trompada a mi hermana y la tiraron arriba de la cuna del bebé. Nickisch es el que le pegó". Le ataron las manos, la encapucharon y la subieron a uno de los vehículos del operativo.
"A la mañana siguiente, me desnudan, me ponen picana eléctrica en los pechos, en las axilas, en la vagina y en los pies, con agua en el piso", recordó Griselda. Le preguntaban qué hacía en Reconquista, qué información tenía. "Yo les dije que estaba de visita, para ayudar a mi hermana embarazada. No sabía de qué me hablaban. Y siguieron con la picana, después me empezaron a golpear, eran cinco personas. Me pegaron en la espalda, en el estómago, por todos lados, en los pechos, en la cara, caía al piso y me volvían a levantar y a aplicar picana. Me apuntaban con un arma y gatillaban. Y siempre, las mismas preguntas; después, los golpes, hasta que me arrastraron al mismo lugar donde había estado", sin colchón y encapuchada.
Al cuarto día comenzaron las violaciones. "Me decían que me iban a matar, que mis hermanos estaban muertos. Me ponían el arma en la sien. Fui violada por cuatro personas: Sambuelli, Nickisch, Neuman y el cabo Estofaretti", reveló. El martirio se prolongó "treinta días" hasta que un médico de la III Brigada Aérea, a quien identificó como "el doctor Arredondo" le curó las heridas. "Me dijo que no me iban a tocar más". Le dio jabón y pasta dental y cuando ya "no tenía más marcas" en el cuerpo la dejaron salir. "En un pasillo me encuentro con una mesa, estaba Sambuelli, que me da unas monedas y me dice: 'Tomá, andáte. No te quiero ver más en Reconquista'. Nunca me voy a olvidar, de Sambuelli, de Nickisch, de Neuman, de toda esa gente", agregó.
Cuando le preguntaron por los represores, Griselda contestó: "Sambuelli decía que el tenía el poder, que podía hacer conmigo lo que quería. Estofaretti también. Nickisch también, me paraban en la calle" y describió a Sambuelli como "un gordito, no muy alto, de un metro sesenta, tez blanca, medio pelado".
"La primera vez que me violaron yo estaba encapuchada. Pero en las otra no, ya me sacaban la capucha porque ellos tenían el poder. Creían que si me mostraban la cara me iban a matar, pensaba que iba a morir si los podía ver. A ellos, y al muchacho que se paseaba y me decía que no me podían tocar, que él estaba haciendo el servicio militar, ahí, en la Base Aérea de Reconquista, y que no me podían tocar".
Ayer se leyó el caso de Griselda Pratto, violada y secuestrada a los 16 años. Todos están acusados por "privación ilegítima de la libertad" y "tormentos agravados" entre diez y cuarenta casos. El juicio se extenderá hasta abril próximo.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Griselda Pratto no era militante política en febrero de 1977. Tenía 16 años cuando un grupo de tareas la secuestró en la casa de su hermana Luisa, en Reconquista. Eran las tres de la madrugada. La llevaron hasta la III Brigada Aérea, un centro clandestino de detención, donde cumplió los 17. Estuvo cautiva más de un mes, como rehén de la dictadura y sometida a la esclavitud sexual de la patota. Ella identificó a sus violadores, entre ellos a Danilo Sambuelli, entonces capitán y jefe de Inteligencia de la Base Aérea y hoy comodoro retirado. "Sambuelli me dijo que él tenía el poder, que podía hacer conmigo lo que quería", dijo Griselda. El suplicio y la amenaza se escucharon ayer en la lectura de la acusación fiscal, en la primera audiencia del juicio a Sambuelli y a otros seis represores de Reconquista, entre ellos su camarada de la Fuerza Aérea, Jorge Alberto Benítez, que operó como interventor de la Unidad Regional 9 de Policía. Se trata del décimo juicio en Santa Fe, pero el primero en la provincia y -el segundo en el país que juzgará los abusos sexuales y violaciones en centros clandestinos como delitos de lesa humanidad y parte del plan sistemático de la represión. Los otros cinco imputados son policías de Reconquista que integraron el grupo de tareas: Carlos Nickisch (que era el jefe de Informaciones, el tristemente célebre D2), Arnaldo Neuman, Rubén Molina, Horacio Machuca y Eduardo Luque. Todos, están acusados por "privación ilegítima de la libertad" y "tormentos agravados" entre diez y cuarenta casos, pero cuatro de ellos: Sambuelli, Nickisch, Molina y Machuca, deberán responder también por el delito de violación a Griselda y Luisa Pratto.
El Tribunal Oral de Santa Fe (integrado por los jueces José María Escobar Cello, María Ivón Vella y su colega de Rosario, Otmar Paulucci) ya citó a declarar a más de cuarenta víctimas, entre ellas el ex intendente de Reconquista y ex senador de la provincia, Héctor Ocampo. Lo que significa que las audiencias se extenderán posiblemente hasta abril del año que viene.
Ayer, arrancó el debate con la lectura del requerimiento de elevación a juicio del Ministerio Público y de la querella. Hoy, a las 10, comenzarán las indagatorias de los acusados, que continuarán en las próximas dos semanas. Y las primeras testimoniales se escucharán el 4 de diciembre.
La acusación fiscal relató el martirio de las cuarenta víctimas. El clima de la sala pareció cambiar con el caso 33, el de Griselda Pratto. El secuestro fue el 5 de febrero de 1977, a las 3.15, en la casa de su hermana Luisa, que estaba embarazada. Ella había ido a visitarla. "Patearon la puerta, la rompieron", dijo Griselda cuando declaró en la causa. Uno de los secuestradores era Nickisch. "Le pegaron una trompada a mi hermana y la tiraron arriba de la cuna del bebé. Nickisch es el que le pegó". Le ataron las manos, la encapucharon y la subieron a uno de los vehículos del operativo.
"A la mañana siguiente, me desnudan, me ponen picana eléctrica en los pechos, en las axilas, en la vagina y en los pies, con agua en el piso", recordó Griselda. Le preguntaban qué hacía en Reconquista, qué información tenía. "Yo les dije que estaba de visita, para ayudar a mi hermana embarazada. No sabía de qué me hablaban. Y siguieron con la picana, después me empezaron a golpear, eran cinco personas. Me pegaron en la espalda, en el estómago, por todos lados, en los pechos, en la cara, caía al piso y me volvían a levantar y a aplicar picana. Me apuntaban con un arma y gatillaban. Y siempre, las mismas preguntas; después, los golpes, hasta que me arrastraron al mismo lugar donde había estado", sin colchón y encapuchada.
Al cuarto día comenzaron las violaciones. "Me decían que me iban a matar, que mis hermanos estaban muertos. Me ponían el arma en la sien. Fui violada por cuatro personas: Sambuelli, Nickisch, Neuman y el cabo Estofaretti", reveló. El martirio se prolongó "treinta días" hasta que un médico de la III Brigada Aérea, a quien identificó como "el doctor Arredondo" le curó las heridas. "Me dijo que no me iban a tocar más". Le dio jabón y pasta dental y cuando ya "no tenía más marcas" en el cuerpo la dejaron salir. "En un pasillo me encuentro con una mesa, estaba Sambuelli, que me da unas monedas y me dice: 'Tomá, andáte. No te quiero ver más en Reconquista'. Nunca me voy a olvidar, de Sambuelli, de Nickisch, de Neuman, de toda esa gente", agregó.
Cuando le preguntaron por los represores, Griselda contestó: "Sambuelli decía que el tenía el poder, que podía hacer conmigo lo que quería. Estofaretti también. Nickisch también, me paraban en la calle" y describió a Sambuelli como "un gordito, no muy alto, de un metro sesenta, tez blanca, medio pelado".
"La primera vez que me violaron yo estaba encapuchada. Pero en las otra no, ya me sacaban la capucha porque ellos tenían el poder. Creían que si me mostraban la cara me iban a matar, pensaba que iba a morir si los podía ver. A ellos, y al muchacho que se paseaba y me decía que no me podían tocar, que él estaba haciendo el servicio militar, ahí, en la Base Aérea de Reconquista, y que no me podían tocar".
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