El Tribunal rechazó la reconstrucción del crimen ante la negativa de los propios imputados. Una médica y perito de la querella reveló que uno de los cuchillos secuestrados en la causa no es el arma homicida. Los dos estaban limpios sin material genético.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
El Tribunal Oral de Santa Fe rechazó ayer la reconstrucción del asesinato de Silvia Suppo tras el testimonio de una perito de la querella que reveló que uno de los cuchillos secuestrados en la causa no es el arma homicida y planteó dudas sobre el otro porque en ninguno de los dos se encontraron restos genéticos de la víctima. La médica María Dolores Perassolo declaró en la tercera semana del juicio para explicar los resultados de las autopsias que se realizaron en el cuerpo: la primera en Santa Fe, el 30 de marzo de 2010, al día siguiente del crimen y la segunda, varios meses después, que tampoco logró aclarar puntos oscuros.
El gran interrogante era si los dos cuchillos hallados por la Policía de Rafaela -uno de cocina con mango de madera tipo Tramontina y otro con hoja de doble filo de diez centímetros- eran compatibles con las heridas. Perassolo descartó al primero. "Un cuchillo de esas características no participó", dijo. Y expresó dudas sobre el otro porque "los dos estaban absolutamente limpios", sin material genético y "eso es muy difícil de lograr". "Hay que saber limpiarlos para que no quede ADN en la superficie", agregó.
En el ataque, Suppo sufrió nueve puñaladas, tres de ellas letales, pero no tenía heridas defensivas ni escoriaciones en manos y brazos. No había material genético debajo de las uñas. "Ella no se defendió", dijo Perassolo. Y explicó que Silvia recibió también un golpe en el parietal derecho con "una objeto rígido", con lo cual planteó la hipótesis de que quedó inerte y la apuñalaron sin resistencia. "Las heridas no se corresponden con una lucha. Es posible que hubiera quedado inconciente. La golpearon y la apuñalaron o la apuñalaron y ella se cayó", dijo Perassollo. "Por eso, sería importante la reconstrucción del hecho", entendió.
De las nueve puñaladas que recibió Suppo, tres fueron muy certeras: en el corazón, uno de los pulmones y el abdomen, que le provocaron una hemorragia general que le costó la vida. Intentaron reanimarla, pero llegó al quirófano casi sin signos vitales y con un paro cardiorespiratorio. "Nos llamó la atención el ensañamiento y la precisión con que se lesionaron órganos vitales. Evidentemente, los que la atacaron sabían lo que hacían", afirmó Perassolo. "No es fácil colapsar un pulmón y atravesar de una puñalada la parrilla toráxica", remarcó.
Uno de los abogados querellantes, Guillermo Munné, le preguntó si el resultado de las autopsias podía determinar la altura del atacante. Perassolo le respondió que para eso sería necesaria "una reconstrucción del hecho, se analizó la ropa de la víctima y de los atacantes y no se obtuvo nada".
Munné y su colega Lucila Puyol ya habían pedido la reconstrucción del crimen al juez de Rafaela, Alejandro Mognaschi, pero los imputados, Rodolfo Cóceres y Rodrigo Sosa, se negaron a participar. Después, la solicitaron ante el propio Tribunal Oral que también la rechazó, así que el incidente llegó hasta la Cámara Nacional de Casación Penal. Y ayer, insistieron por tercera vez.
La fiscal Natalia Palacín no acompañó la solicitud de la prueba. "No es necesaria, pero no tenemos objeciones de que se realice", dijo. Mientras que el defensor oficial, Martín Gesino, directamente se opuso y planteó "la negativa de sus defendidos" Cóceres y Sosa a participar en una eventual reconstrucción del hecho.
Tras un cuarto intermedio, el Tribunal rechazó el pedido de los querellantes. "No resulta posible la reconstrucción del hecho, en principio, ante la negativa de los propios imputados", leyó la presidenta del Tribunal, María Ivón Vella. Y sugirió que una alternativa sería "una inspección ocular" del lugar del hecho. "Mantenemos entonces la queja ante la Cámara de Casación", dijo Munné.
El juicio seguirá el viernes y Munné y Puyol ya anticiparon que le pedirán a los jueces que fijen fecha para la inspección ocular del negocio de Suppo, donde la mataron el 29 de marzo de 2010.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
El Tribunal Oral de Santa Fe rechazó ayer la reconstrucción del asesinato de Silvia Suppo tras el testimonio de una perito de la querella que reveló que uno de los cuchillos secuestrados en la causa no es el arma homicida y planteó dudas sobre el otro porque en ninguno de los dos se encontraron restos genéticos de la víctima. La médica María Dolores Perassolo declaró en la tercera semana del juicio para explicar los resultados de las autopsias que se realizaron en el cuerpo: la primera en Santa Fe, el 30 de marzo de 2010, al día siguiente del crimen y la segunda, varios meses después, que tampoco logró aclarar puntos oscuros.
El gran interrogante era si los dos cuchillos hallados por la Policía de Rafaela -uno de cocina con mango de madera tipo Tramontina y otro con hoja de doble filo de diez centímetros- eran compatibles con las heridas. Perassolo descartó al primero. "Un cuchillo de esas características no participó", dijo. Y expresó dudas sobre el otro porque "los dos estaban absolutamente limpios", sin material genético y "eso es muy difícil de lograr". "Hay que saber limpiarlos para que no quede ADN en la superficie", agregó.
En el ataque, Suppo sufrió nueve puñaladas, tres de ellas letales, pero no tenía heridas defensivas ni escoriaciones en manos y brazos. No había material genético debajo de las uñas. "Ella no se defendió", dijo Perassolo. Y explicó que Silvia recibió también un golpe en el parietal derecho con "una objeto rígido", con lo cual planteó la hipótesis de que quedó inerte y la apuñalaron sin resistencia. "Las heridas no se corresponden con una lucha. Es posible que hubiera quedado inconciente. La golpearon y la apuñalaron o la apuñalaron y ella se cayó", dijo Perassollo. "Por eso, sería importante la reconstrucción del hecho", entendió.
De las nueve puñaladas que recibió Suppo, tres fueron muy certeras: en el corazón, uno de los pulmones y el abdomen, que le provocaron una hemorragia general que le costó la vida. Intentaron reanimarla, pero llegó al quirófano casi sin signos vitales y con un paro cardiorespiratorio. "Nos llamó la atención el ensañamiento y la precisión con que se lesionaron órganos vitales. Evidentemente, los que la atacaron sabían lo que hacían", afirmó Perassolo. "No es fácil colapsar un pulmón y atravesar de una puñalada la parrilla toráxica", remarcó.
Uno de los abogados querellantes, Guillermo Munné, le preguntó si el resultado de las autopsias podía determinar la altura del atacante. Perassolo le respondió que para eso sería necesaria "una reconstrucción del hecho, se analizó la ropa de la víctima y de los atacantes y no se obtuvo nada".
Munné y su colega Lucila Puyol ya habían pedido la reconstrucción del crimen al juez de Rafaela, Alejandro Mognaschi, pero los imputados, Rodolfo Cóceres y Rodrigo Sosa, se negaron a participar. Después, la solicitaron ante el propio Tribunal Oral que también la rechazó, así que el incidente llegó hasta la Cámara Nacional de Casación Penal. Y ayer, insistieron por tercera vez.
La fiscal Natalia Palacín no acompañó la solicitud de la prueba. "No es necesaria, pero no tenemos objeciones de que se realice", dijo. Mientras que el defensor oficial, Martín Gesino, directamente se opuso y planteó "la negativa de sus defendidos" Cóceres y Sosa a participar en una eventual reconstrucción del hecho.
Tras un cuarto intermedio, el Tribunal rechazó el pedido de los querellantes. "No resulta posible la reconstrucción del hecho, en principio, ante la negativa de los propios imputados", leyó la presidenta del Tribunal, María Ivón Vella. Y sugirió que una alternativa sería "una inspección ocular" del lugar del hecho. "Mantenemos entonces la queja ante la Cámara de Casación", dijo Munné.
El juicio seguirá el viernes y Munné y Puyol ya anticiparon que le pedirán a los jueces que fijen fecha para la inspección ocular del negocio de Suppo, donde la mataron el 29 de marzo de 2010.
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