Audiencia para reivindicar la memoria
Cecilia Mazzetti, esposa del militante secuestrado en agosto de 1977, quiere una reunión con el ministro Agustín Rossi para lograr "justicia" por su compañero.
Por Juan Carlos Tizziani - Desde Santa Fe
Cecilia Mazzetti confía en lograr una audiencia con el ministro de Defensa, Agustín Rossi, para pedirle "que se haga justicia" por la desaparición de su esposo, Roberto Daniel Suárez, cuando cumplía el servicio militar obligatorio en el Batallón de Ingenieros Anfibios de Santo Tomé, en 1977. Los dos militaban en la Juventud Peronista. Cecilia fue secuestrada a los 17 años, en 1976, embarazada de Sebastián, que nació en cautiverio. Daniel desapareció unos meses después, el 1º de agosto de 1977, cuando uno de sus jefes lo mandó a entregar un paquete a la casa de otro oficial de la unidad militar, en Guadalupe. Nunca más se supo de él. "A 36 años de la desaparición de Daniel, aún espero que el Ministerio de Defensa, ahora a cargo no de un militar sino de un político de la democracia, me llame, y disponga de todo lo necesario para que se haga justicia", dijo Cecilia en una carta que difundió esta semana.
Suárez es uno de los tres conscriptos desaparecidos en Santa Fe, en 1977. Los otros dos son Edgardo Luis Ferreira, a quien le dieron la baja en el Batallón de Comunicaciones 121 de Rosario y lo siguieron hasta su casa en Santa Fe, el 4 de enero de 1977 y Francisco Domingo Lera, que desapareció nueve días más tarde, el 13 de enero, en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA), en Guadalupe.
"Daniel tenía tan solo 22 años" y era "militante de la JP" cuando desapareció en el servicio militar. "Estaba bajo la responsabilidad del Ejército Argentino", escribió Cecilia en la carta que publicó el diario digital Redacción Santa Fe ("Sin novedad en el frente"). "Soy su viuda, querellante en la causa, tenemos nombres, datos, pero no hay testigos. Aunque hay un responsable, éste nunca se asumió como tal", agregó.
"En aquel tiempo de dictadura, el Ejército se limitó con gran impunidad y descaro a manifestarnos que para ellos Daniel era un desertor. Y era tal la impunidad, que ni siquiera se tomaron la molestia de hacer la papelería de rigor en caso de deserción".
"Ya en democracia, se consiguieron pocas cosas, casi nada. Una es que ya no figura como desertor. Ahora, es reconocido como víctima de desaparición forzada, algo de lo que yo nunca he dudado", insistió.
Cecilia dijo que uno de los ex jefes de su marido en el Ejército, Alberto Julio Candioti "tiene alguna responsabilidad en la desaparición de Daniel", pero el juez federal de Santa Fe, Reinaldo Rodríguez, que "entiende en la causa considera que no hay pruebas suficientes para indagarlo". Candiotti, ex teniente coronel y abogado, estaba prófugo en Montevideo, donde fue capturado por Interpol en marzo de este año por delitos de lesa humanidad en la Brigada de Investigaciones de San Justo, Buenos Aires, que formó parte del circuito Camps, cuando era capitán del Ejército. En 1978 y 1979 fue asignado al Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata y en democracia se recicló en el fútbol, como vicepresidente y tesorero del club Colón de Santa Fe y asesor del presidente de la AFA, Julio Grondona.
"Situaciones similares se repiten, a lo largo y ancho del país, con otras familias de colimbas desaparecidos", afirmó Mazzetti. "Todos esperamos aún saber cuál fue el destino final de nuestros seres queridos. La investigación no debería ser muy complicada dado que cada conscripto estaba en un grupo que tenía un superior inmediato, quien a su vez tenía un superior y así sucesivamente siguiendo la línea de mandos de la institución, todos con nombres y apellidos".
"¿Será que los muertos que tiene el Ejército dentro de su placard son pocos? ¿No tienen peso político? Es sólo una pregunta. Una pregunta que para mí sí tiene respuesta y que es una verdad de Perogrullo: aunque sea por un solo crimen, se debe buscar al responsable para juzgarlo y condenarlo. Para cada uno de nosotros ese ser querido, al que le robaron la vida y los sueños, es lo más importante, nunca equiparable a ninguna especulación política".
"Comprendo que el presente de estas instituciones no es sencillo, pero lo será menos, si no se esclarecen los hechos del pasado, algo que también debería ser una perogrullada pero obviamente no lo es. Tal vez para muchos, lo manifestado no sea políticamente correcto, expresión muy de moda y poco feliz para mí, porque considero que habla de enjuagues e intereses que están muy lejos de mi fe en la verdadera política y la ética, algo por lo que tanto hemos luchado y por lo que tantos dieron su vida, uno de ellos mi esposo y compañero, a quien recuerdo cada día con inmenso amor. Roberto Daniel Suárez: ¡presente! ¡Ahora y siempre!", concluyó Cecilia.
Cecilia Mazzetti, esposa del militante secuestrado en agosto de 1977, quiere una reunión con el ministro Agustín Rossi para lograr "justicia" por su compañero.
Por Juan Carlos Tizziani - Desde Santa Fe
Cecilia Mazzetti confía en lograr una audiencia con el ministro de Defensa, Agustín Rossi, para pedirle "que se haga justicia" por la desaparición de su esposo, Roberto Daniel Suárez, cuando cumplía el servicio militar obligatorio en el Batallón de Ingenieros Anfibios de Santo Tomé, en 1977. Los dos militaban en la Juventud Peronista. Cecilia fue secuestrada a los 17 años, en 1976, embarazada de Sebastián, que nació en cautiverio. Daniel desapareció unos meses después, el 1º de agosto de 1977, cuando uno de sus jefes lo mandó a entregar un paquete a la casa de otro oficial de la unidad militar, en Guadalupe. Nunca más se supo de él. "A 36 años de la desaparición de Daniel, aún espero que el Ministerio de Defensa, ahora a cargo no de un militar sino de un político de la democracia, me llame, y disponga de todo lo necesario para que se haga justicia", dijo Cecilia en una carta que difundió esta semana.
Suárez es uno de los tres conscriptos desaparecidos en Santa Fe, en 1977. Los otros dos son Edgardo Luis Ferreira, a quien le dieron la baja en el Batallón de Comunicaciones 121 de Rosario y lo siguieron hasta su casa en Santa Fe, el 4 de enero de 1977 y Francisco Domingo Lera, que desapareció nueve días más tarde, el 13 de enero, en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA), en Guadalupe.
"Daniel tenía tan solo 22 años" y era "militante de la JP" cuando desapareció en el servicio militar. "Estaba bajo la responsabilidad del Ejército Argentino", escribió Cecilia en la carta que publicó el diario digital Redacción Santa Fe ("Sin novedad en el frente"). "Soy su viuda, querellante en la causa, tenemos nombres, datos, pero no hay testigos. Aunque hay un responsable, éste nunca se asumió como tal", agregó.
"En aquel tiempo de dictadura, el Ejército se limitó con gran impunidad y descaro a manifestarnos que para ellos Daniel era un desertor. Y era tal la impunidad, que ni siquiera se tomaron la molestia de hacer la papelería de rigor en caso de deserción".
"Ya en democracia, se consiguieron pocas cosas, casi nada. Una es que ya no figura como desertor. Ahora, es reconocido como víctima de desaparición forzada, algo de lo que yo nunca he dudado", insistió.
Cecilia dijo que uno de los ex jefes de su marido en el Ejército, Alberto Julio Candioti "tiene alguna responsabilidad en la desaparición de Daniel", pero el juez federal de Santa Fe, Reinaldo Rodríguez, que "entiende en la causa considera que no hay pruebas suficientes para indagarlo". Candiotti, ex teniente coronel y abogado, estaba prófugo en Montevideo, donde fue capturado por Interpol en marzo de este año por delitos de lesa humanidad en la Brigada de Investigaciones de San Justo, Buenos Aires, que formó parte del circuito Camps, cuando era capitán del Ejército. En 1978 y 1979 fue asignado al Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata y en democracia se recicló en el fútbol, como vicepresidente y tesorero del club Colón de Santa Fe y asesor del presidente de la AFA, Julio Grondona.
"Situaciones similares se repiten, a lo largo y ancho del país, con otras familias de colimbas desaparecidos", afirmó Mazzetti. "Todos esperamos aún saber cuál fue el destino final de nuestros seres queridos. La investigación no debería ser muy complicada dado que cada conscripto estaba en un grupo que tenía un superior inmediato, quien a su vez tenía un superior y así sucesivamente siguiendo la línea de mandos de la institución, todos con nombres y apellidos".
"¿Será que los muertos que tiene el Ejército dentro de su placard son pocos? ¿No tienen peso político? Es sólo una pregunta. Una pregunta que para mí sí tiene respuesta y que es una verdad de Perogrullo: aunque sea por un solo crimen, se debe buscar al responsable para juzgarlo y condenarlo. Para cada uno de nosotros ese ser querido, al que le robaron la vida y los sueños, es lo más importante, nunca equiparable a ninguna especulación política".
"Comprendo que el presente de estas instituciones no es sencillo, pero lo será menos, si no se esclarecen los hechos del pasado, algo que también debería ser una perogrullada pero obviamente no lo es. Tal vez para muchos, lo manifestado no sea políticamente correcto, expresión muy de moda y poco feliz para mí, porque considero que habla de enjuagues e intereses que están muy lejos de mi fe en la verdadera política y la ética, algo por lo que tanto hemos luchado y por lo que tantos dieron su vida, uno de ellos mi esposo y compañero, a quien recuerdo cada día con inmenso amor. Roberto Daniel Suárez: ¡presente! ¡Ahora y siempre!", concluyó Cecilia.
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